Una epidemia. Ese el temor de los dueños de residencias cercanas a la cárcel de La Chorrera, quienes aseguran deben "soportar" los olores que emanan de las aguas negras provenientes de este centro penal, y que están estancadas en una alcantarilla a orillas de la carretera.
Semanas atrás, privados de libertad abrieron una zanja por donde fluyen aguas negras de la cárcel hacia una alcantarilla, precisamente en el sitio en donde los familiares de los detenidos hacen fila para entregar la comida.
La propietaria de una de las residencias dijo que no sólo se debe soportar el olor de las aguas negras, sino también el hedor a excremento que es lanzado en cartuchos, por los privados de libertad, hacia un patio cercano al penal.
Antes de que la zanja fuera abierta, dijo la fuente, las aguas negras se esparcían por el lugar, todo lo cual es de conocimiento del MINSA en Panamá oeste.
Según la afectada, en más de una ocasión se ha solicitado a los encargados del centro penal que se corrija la situación, aunque éstos siempre alegan no contar con el presupuesto requerido.
Advierte, además, que todas las familias que habitan en las proximidades de la cárcel deben permanecer encerrados y gastar en la compra de insecticidas para mosquitos y otras alimañas.
ENCARGADO
Se intentó obtener una respuesta de parte del encargado del centro penal, pero este informó que no daría declaraciones.