Hablar es fácil pero escribir no tanto y cuando estas dos acciones se unen hay que prepararse para guiar la lengua. Los panameños somos muy peculiares en ' *» rf . forma de manifestarnos.
El folclore y las influencias extranjeras le han dado a nuestras expresiones una identidad colorida.
De por sí el idioma heredado de los españoles siempre ha sido enriquecedor para los pueblos hispanohablantes. Fusionado con los dialectos nativos originó un español más americano, apegado a costumbres tan propias como el guarapo de caña y el sancocho.
Evolucionó y sus normas aunque difíciles de aplicar según los mismos parlantes de estas tierras, no pasan de moda. Los conocedores del Español como habla autorizada para más de 400 millones de personas las defienden en su correcta aplicación del mismo.
Su enseñanza es básica para quienes nos comunicamos en este idioma.
Los ticos con su acento, el dejo de los chilenos, colombianos y argentinos con sus dichos y los panameños sin excepción, con sus populismos.
Lo bueno es que todos coinciden en que el Español como lengua nos une.
A pesar de que tan sólo su mención da alergia a muchos, los seguidores de esta habla siguen aumentando.
Cada nación tiene su estilo para transmitirla. Sencillo y corto, o bien florido y elegante y hasta chabacano, son vistos como una variedad del nutrido diccionario que hablamos a diario.
Defenderlo como la manera de preservar nuestra historia y orígenes es parte de la herencia que por derecho dejaron conquistados y conquistadores.
Leer en un jocoso Español, redactado con originalidad las añoranzas de la infancia nos hace vivir nuevamente una época que muy pocas veces olvidamos.
Recuerdos, sentimientos, y los chistes de los amigos se gozan mejor en un Español bien claro.
El idioma es como la naturaleza, debemos cuidarlo para que siga existiendo.