CUARTILLAS
Padre
Milcíades A. Ortiz Jr.
No creo que tenga fundamento
biológico esa frase de que "madre sólo hay una, y padres
puede haber varios".
Es cierto que en esta sociedad de finales de siglo, existen muchos hogares
sin la presencia del padre, pero eso no significa que los hijos vinieron
al mundo por "clonación", o por milagro de la ciencia,
sin la intervención de un varón.
Entonces el asunto se reduce al ejercicio de la función de padre
en las familias, y no a la existencia de éste en el milagro de la
concepción.
Antiguamente no ocurrían tantos divorcios, principalmente porque
la mujer no tenía profesión y dependería económicamente
del varón. Ahora si la unión no funciona, la separación
es lógica y a nadie ofende eso de ser "divorciado". Tanto
es así, que por allí existen clubes de divorciados y divorciadas
que la pasan muy bien.
Bueno, el Día del Padre no se celebra con la intensidad del Día
de la Madre, lo que es discriminativo y representa una crítica a
los hombres que no cumplen debidamente su función de papá.
Hay que decir, sin embargo, que no todos los hijos que tuvieron un padre
al lado lo recuerdan con afecto. A veces se daban maltratos, abusos, limitaciones,
que por lo regular no ocurren cuando una mujer es la que maneja el hogar.
Conozco casos de jóvenes que quisieran que sus padres no estuvieran
cerca de ellos, para hacer lo que les venga en gana. Culpan al padre de
represivo, de no permitirles "hacer su vida de jóvenes",
y otras cosas más. Cuando los reprenden o castigan porque no estudian,
o están en drogas, llegan incluso a maldecirlos y hasta desearles
la muerte.
Realmente ser padre no es fácil, como tampoco lo es el papel de
madre, especialmente cuando vivimos en una sociedad tan acelerada, que unas
doce mil niñas de unos quince años dan a luz en diez meses,
lo que indica lo precoces que son.
Yo tuve la suerte de que mi padre siempre estuvo en la familia hasta
que falleció quince años atrás. Parece mentira, pero
el tiempo pasó rápidamente. Todavía siento la necesidad
de conversar con él sobre diversos asuntos, como hacíamos
cuando ya mayor lo acompañaba al super porque no podía manejar
bien.
Mi padre (como el de muchos otros) era conservador y tenía ideas
sencillas, pero precisas. No aprobaba ciertos "modernismos" en
la juventud, que según él los llevaba a la vida desordenada.
Desde siempre fue un ferviente amigo de los Estados Unidos, aunque nunca
visitó ese país. Cuando la Segunda Guerra Mundial, se ofreció
de voluntario para defender la Democracia, y lo rechazaron por tener mucha
edad y estar casado.
Tampoco le gustaban los comunistas y ver a alguien con barbas le causaba
disgusto. Aunque nació en Colombia, llegó a Panamá
a los veintidós años, y quería mucho a su patria adoptiva.
A veces pienso que la amaba más que muchos panameños, que
solamente están aquí por intereses económicos.
Le gustaba la naturaleza y añoraba las siembras. Nos enseñó
a sembrar, hacer cometas, jaulas de virulí, biombos, trampas para
pájaros y animales pequeños. Sus caminatas por los montes
de El Valle de Antón todavía viven en mi recuerdo, porque
a cada momento nos mostraba el mundo y su belleza.
Convencido decía que esa armonía que había en la
naturaleza sólo podía ser obra de Dios, a quien pensaba que
estaba en todas partes y no solamente en el cielo.
No nos castigaba con golpes, aunque una mirada suya de disgusto hacía
temblar a mi hermano Orlando y a mí. Lo que más agradezco
de su educación fue dejarnos libertad de acción. Aunque pensaba
que el Periodismo no era una profesión de futuro, nunca me lo dijo
a la cara. Más tarde, se enorgullecía con mis éxitos.
Fue maestro en su pueblo Sampúes y no fumaba ni tomaba. Cuando
por tener presión baja lo obligaron a beber coñac, dijo que
el médico "quería convertirlo en borracho después
de viejo". Fue un lector ávido, y a pesar de mis estudios universitarios,
nunca pude ganarle una discusión.
Tuvo muchos defectos, pero ahora sólo recuerdo sus virtudes...

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