La búsqueda de soluciones a la ineficacia goleadora se ha convertido en la obsesión de la concentración francesa en el Mundial de Alemania, tras el empate logrado en la primera jornada contra Suiza (0-0).
Es el cuarto partido mundialista consecutivo en el que Francia acaba con su casillero a cero, tras los tres de Corea del Sur y Japón, por lo que las alarmas se han encendido. El ambiente no es bueno, las caras son largas y el empate ha caído como un jarro de agua fría en las aspiraciones de los franceses.
"Con esta forma de jugar defendemos mejor, pero no es suficiente".