A tres semanas para la instalación del nuevo gobierno, funcionarios electos que serán clave en la lucha por el adecentamiento de la administración gubernamental, se han llenado la boca con afirmaciones de que combatirán a los corruptos, sin importar de qué partido sean, ni qué tan blanco tengan el cuello.
Fernando Núñez Fábrega, emulando declaraciones hechas por Ricardo Martinelli cuando estaba en campaña, se atrevió a decir que "lo cuelguen", si no hace su trabajo en la Secretaría Anticorrupción. Sus palabras tendrán que ser respaldadas con hechos, y rápidamente, para así atenunar (ojo, no eliminar) las justificadas dudas sobre su imparcialidad, dado su parentesco con el próximo Presidente de la República.
También tienen sustento las dudas sobre lo que pueda hacer Gloria Moreno de López al frente de la Administración de Aduanas, una entidad carcomida durante años por la corrupción y el manejo político. Con todo y su intachable trayectoria, Moreno de López se enfrentará a un monstruo de mil cabezas, que no escatimará en intentar nublar su visión de la institución, y obstaculizar cualquier intento de barrer con los malos elementos y las prácticas cuestionables.
Las arcas del Estado y los bolsillos de los nacionales contribuyentes han sido sangradas durante décadas por grupúsculos de corrupción a lo interno de nuestras instituciones. Si tan solo la mitad de todos los agujeros por los que se drena el dinero de nuestros impuestos se tapara, los gobiernos no estarían en sus últimos meses mochando los presupuestos de entidades como el INADEH ni el IDAAN, ni terminando con una deuda de 28 millones de dólares a su principal Municipio, ni recortando la inversión social.
Para la administración que comienza, ese será el principal reto.