Los que nos "atacan y ridiculizan" por ser célibes no son más que aquellos incapaces de ser castos, personas libertinas e infieles en su matrimonio, que pretenden justificar todo tipo de relaciones sexuales, aseguró Monseñor José Domingo Ulloa.
Frente a estas reacciones es normal, que el signo del celibato resulte "escandalosos" cuando es vivido en un contexto cultural de revolución sexual; al igual que en la historia de la Iglesia la pobreza evangélica siempre ha irritado a quienes son fieles súbditos del dios dinero, manifestó Ulloa en un artículo de opinión en el periódico Panorama Católico.
Es innegable que ha habido y hay muchas fallas y defecciones en el ámbito sacerdotal, sin embargo, la mayoría vivimos en gozo y plenitud esta vocación, a pesar de sus limitaciones.
"Yo me siento muy fecundo, muy realizado, gracias al celibato. El matrimonio me hubiera limitado mucho en mi servicio a la comunidad. Nadie me obligó a asumir este compromiso antes de la ordenación; lo acepté con plena libertad. Yo decidí libre y conscientemente no casarme; no por egoísmo, no por rechazo a la mujer, ni por desconocer o despreciar la belleza del sexo y del matrimonio, sino por gracia del Espíritu Santo, para consagrar todo mi ser, con todas sus energías, al Reino de Dios, en particular a los pobres".
Destacó que él se siente feliz siendo célibe y es por ello que todos los días le pide al Señor que lo santifique y les permita conservar esta fidelidad.
El celibato es un sacrificio que supone la continencia ayuda a profundizar en la dimensión espiritual del amor, enseña a amar con el alma, con la mente y con la voluntad, que es lo más perfecto y digno que hay en el hombre, sentenció Monseñor Ulloa.