En los hogares panameños, algunos padres apadrinan, en vez de corregir las palabrotas que pronuncian los niños y otras malas conductas de los jóvenes.
Nadie puede evitar la influencia externa que existe sobre los menores de edad y a veces éstos pueden repetir obscenidades que escuchan fuera del hogar, pero frente a esa situación, los padres de familia deben corregirlos de inmediato y no sonreír ante la vulgaridad, porque entonces estamos apoyando tácitamente esa mala conducta.
Otra situación se produce con los jóvenes de entre 15 y 18 años, que todos los fines de semana pretenden retornar en horas de la madrugada a sus hogares. No es que se quiere tener amarrado a nadie, pero en la calle los peligros acechan y ningún padre puede saber exactamente qué hacen sus hijos, cuando están fuera de casa.
Debemos cumplir cabalmente nuestro rol de padres y madres. |