MENSAJE
El temor de Pablo Picasso
Hermano. Pablo
Cuando Pablo Picasso, el
célebre pintor español, murió en abril de 1973, tenía
noventa y dos años de edad. Fue el artista que más influyó
en el arte contemporáneo. Sus cuadros se venden por decenas de miles,
y la colección de obras de arte que reunió de otros artistas
vale una suma fabulosa.
Era dueño de un castillo, dos villas y dos departamentos en
París. Su fortuna personal asciende a varios millones de dólares.
Fue un hombre amado, admirado y aplaudido, pues obtuvo el éxito en
casi todo lo que se propuso. Pero al fin nomás, Pablo Picasso pagó
su tributo al tiempo inexorable, y en el último segundo de su existencia
entregó su espíritu y compareció ante Dios.
Picasso, por lo que se dice, murió sin dejar testamento. No
quería hacer testamento porque le tenía horror a la muerte.
No se podía siquiera mencionarla en su presencia. Cierta vez que
uno de sus canarios amaneció muerto, la esposa mandó corriendo
a un criado a comprar otro canario igual, para que el artista no viera la
avecilla muerta y sufriera una impresión desagradable.
No podemos evitar la realidad de la muerte por dejar de hablar de ella.
La muerte física es el punto final de toda existencia terrena, y
no hay nadie que pueda escapar de enfrentarse un día con esa fría
visitante que no concede ni un minuto de gracia al que tiene elegido para
llevarse.
No es negando la existencia de la muerte que evitamos encontrarnos
con ella. A la muerte no hay que negarla. Hay que superarla, para que se
convierta en una amiga y aliada más que en una enemiga y contrincante.
Y para superar la muerte, con sus terrores y sus amenazas, hay que recibir
en el corazón a Aquel que dijo: "Yo soy la resurrección
y la vida. El que cree que mí vivirá, aunque muera" (Juan
11:25).
La muerte se supera con la vida. Y la vida verdadera y eterna sólo
está en Cristo. Es sólo cuando entramos en contacto vital
y vivificante con Cristo que podemos vencer el temor de la muerte. Jesucristo
nos ofrece la vida eterna. Podemos empezar a vivirla aquí mismo,
y todo eso gratuitamente.


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