REFLECTOR
Man echao pa' lante

El Vidajena

El paciero Pánfilo es un man echao pa' lante, y cuando se trata de levantar una hembrita o de celebrar los viernes culturales, no hay nada que lo detenga. Especialmente cuando llega la quincena, siempre organiza con sus amigotes un recorrido por todas las cantinas de la ciudad buscando los placeres mundanos de la vida.

Algunas veces entretenido por las pintas y las mujeres fáciles se le pasa la mano y se queda dormido en las cantinas de Río Abajo, y vuelve a su casa en la madrugada, donde su mujer casi nunca le abre la puerta y tiene que dormir afuera junto a su perro Negrón. Un perro tan escuálido y feo como una lagartija.

Cuando se le pasa la rabia, Rosaura, así se llama su temible mujer, lo deja entrar y se arman unas tremendas peleas que parece que se va a caer la casa de los gritos e improperios lanzados por la doña, que tiene fama de ganar con sus gritos a los mejores pregoneros del mercado público.

Un buen día cansao de la vida de perro que llevaba con "Rosy", decidió levantarse a una hermosa interiorana de las que abundan en los bailes típicos de la 24 de Diciembre. Lo hizo con la esperanza de conseguir con su nueva chica fuera más cariñosa y le diera más amor que su celosa mujer, de la que estaba aburrido.

Cuando llegó de la fiesta, después de un largo viaje en bus y después de engañar a la temible Rosaura con el cuento de hacer un camarón en el taller de un viejo amigo, se desató y logró su objetivo, conoció a Jacinta, una preciosa chiquilla oriunda de La Pintada en Penonomé, con un cuerpo escultural y unos pechos que lo animaban a rememorar aquellos remotos días de su infancia.

Lo que ignoraba Pánfilo era que en el mismo baile se encontraba una comadre de Rosy y cuando lo vio, salió más rápido que ligero en busca de su amiga del alma. A los pocos minutos, cuando la fiesta estaba en lo mejor del son, entró montada en cólera Rosaura, quien llevaba su filo y, ciega de los celos, arremetió contra ambos. En medio de la pelea llegaron los agentes de la Policía y los tres fueron trasladados a la corregiduría de turno. La pobre de Jacinta se llevó la peor parte y todavía se encuentra en el Hospital Santo Tomás recuperándose de las lesiones.

Por su parte, Pánfilo entendió la lección de que las mujeres celosas son de armas tomar y ahora está de paños y manteles, cocina, lava, y es el esposo que Rosy siempre soñó.

 

 

 

 

 

 



 

Algunas veces entretenido por las pintas y las mujeres fáciles se le pasa la mano y se queda dormido en las cantinas de Río Abajo, y vuelve a su casa en la madrugada, donde su mujer casi nunca le abre la puerta y tiene que dormir afuera junto a su perro Negrón. Un perro tan escuálido y feo como una lagartija.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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