EDITORIAL
Acción reprochable
El linchamiento de una persona por residentes de San Miguelito, es un hecho reprochable. En Panamá no existe la pena de muerte y aunque la víctima sea el peor de los delincuentes, no podemos justificar que los particulares se tomen la justicia con sus manos.
Corresponde a las autoridades competentes investigar y castigar los delitos que se cometen en el país, por eso el que un grupo de personas logren reducir a un sujeto y luego le propinen garrotazos y puñetes, convierte a los responsables en homicidas.
No podemos permitir que la ley de la selva impere en nuestra nación, porque de lo contrario se estaría promoviendo el caos y la anarquía. Es inconcebible que en pleno siglo XXI se produzcan hechos de barbarie, como el registrado el miércoles en San Miguelito.
Lo sucedido debe llamar la atención para que las autoridades de Policía brinden una mayor vigilancia en las calles, sobre todo en horas de la noche y la madrugada, donde las rondas de los uniformados son mínimas o nulas.
Los residentes del sector involucrado alegan que en repetidas ocasiones advirtieron a la Policía que un sujeto cometía actos libidinosos en plena vía pública, sin que ninguna autoridad pusiera un acto a la situación.
Bueno esa falta de vigilancia deja ahora como saldo un homicidio y cuatro personas detenidas por asesinato.
Pero así como censuramos a un legislador oficialista despistado que propuso la pena de muerte para los asesinos de los taxistas, también cuestionamos la imperdonable actuación de los residentes de San Miguelito.
Además, el secuestro de una niña por su propia madre, que exigía un rescate para cubrir deudas producto de la chinguia, es otra muestras de que los valores morales de nuestros ciudadanos están por el piso. Cuando se observa que una mujer vende a su hija para apostar, tenemos que analizar qué pasa con nuestra sociedad.
Por más que se dicten leyes para la protección de la familia y contra la violencia intrafamiliar, se siguen registrando hechos cada día más alarmantes. Antes no se registraban casos tan extremos como los que se reportan esta semana.
La clave de todo descansa en la familia. Antes, aunque los hogares no gozaban de tanto modernismo había algo más important: la unidad familiar, donde se enseñaba respeto a los demás y honestidad, cualidades que hoy casi se han perdido.
PUNTO CRITICO |
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