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El director técnico debe crear un grupo sólido desde el punto de vista psicológico, es decir jugadores que difícilmente se exalten o se depriman.
Lograr que el equipo no entre al campo demasiado preocupado por la capacidad del rival, ni tampoco soberbio o falto de humildad.Establecer objetivos claros y precisos para imponer el estilo propio; nunca adecuarse en exceso al juego del oponente.No empezar un partido diciendo previamente la sustitución del jugador.
Jamás culpar al jugador; la responsabilidad por los errores cometidos corresponde sólo al director técnico. Crear la voluntad de triunfo, vocación, coraje y fidelidad a una idea guía.
No improvisar, dedicar el tiempo necesario para experimentar, integrarlos en un equipo, darles seguridad, continuidad, garantías.
El director técnico en su trabajo está expuesto a innumerables tensiones, debe resolver los problemas táctico-estratégicos y técnicos, soportar presiones de jugadores, dirigentes, público y prensa, armonizar a un conjunto de hombres en un medio en el que se mueven grandes intereses y finalmente concretar una gestión exitosa.
Todo ello no es fácil; requiere pasión y vocación estar en paz con su conciencia, satisfecho de haber hecho siempre todo lo posible, con métodos notables y sin ahorrar esfuerzos, para alcanzar las metas trazadas.
Debe poseer capacidad para conducir, para dar consejos personales con el objetivo de formar hombres que sean capaces de jugar al fútbol. El trato con los más jóvenes debe servir para moldear a los hombres con los que se quiera trabajar en el futuro. No hay límite de edad para favorecer el desarrollo físico, moral, técnico o intelectual de una persona.
Hay que detectar y eliminar a tiempo los pequeños problemas, antes de que se acentúen y deterioren el orden profundo del equipo, afectando también a la moral el conjunto con su rendimiento. Muchas de las falencias individuales o colectivas de los futbolistas, atribuidas generalmente a errores técnicos o a falta de preparación, tiene base psicológica y pueden corregirse eliminando los motores que la sustentan.
Todos hemos presenciado actuaciones de equipos cuya integración se debe a una alta moral, su actividad, su entusiasmo, su estrecha colaboración, el esfuerzo que sostienen, nos permite observar una unidad sólida que, por ello, rinde al máximo. Son conjuntos convencidos de lo que hacen, tienen una actitud positiva frente al medio al cual se adaptan perfectamente. En otras ocasiones no ocurre esto y por el contrario reina el desaliento y la apatía, el exceso de individualismo, la violencia y la falta de colaboración, elementos que indudablemente disminuyen el rendimiento general.
El equipo es un grupo humano sometido a presiones de toda índole. Requiere una fuerte y al mismo tiempo delicada preparación física, técnica, y psicológica. Debe actuar como un grupo compacto para hacer frente a las expectativas de su entorno y para superar todo lo que pueda degenerar en sentimientos de inferioridad, tales como envidia, celos, temores, etc., así, desprendiéndose de una pequeña porción del yo se forma el grupo.Si se logra una buena convivencia es posible estrechar los lazos afectivos: de esta manera el esfuerzo personal se coordina con el de los demás y el resultado se experimenta como satisfactorio. El sentimiento de solidaridad que surge hacia el compañero es capaz de generar resistencia y firmeza ante la adversidad y el sufrimiento. Un equipo integrado no sólo muestra su valor al superar sus objetivos iniciales sino que, además, exhibe su flexibilidad, su poder de adaptación y su determinación para oponerse al adversario más poderoso. |
