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El féretro del monseñor Altafulla fue trasladado a la iglesia de Guadalupe.  |
El arzobispo José Dimas Cedeño fue el encargado de oficiar la misa especial que se efectuó ayer en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe para despedir a monseñor Jorge Altafulla. Crítica reproduce los aspectos más sobresalientes de la homilía:
Yo pienso que debemos estar aquí en esta parroquia de Guadalupe, de la cual fue pastor Jorge Altafulla por varios años en dos oportunidades, orando con él, alabando a Dios, oyendo la palabra que alimenta, que ilumina, que fortalece nuestra vida, que nos da un derrotero seguro, en momentos difíciles, como este que estamos viviendo
Esta mañana, mientras hacía mi oración y hacía mi oficio de lectura, me encuentro con una lectura que me hizo pensar mucho en Jorge Altafulla. Es la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios, en el capítulo cuarto.
El padre Jorge Altafulla, a quien todos amamos, admiramos, quisimos, apoyamos, dedicó su vida a hablar de Dios, a presentar la vida, y él en sus predicaciones siempre hablaba de lo esencial del cristianismo, Jesucristo, su mensaje salvador, su persona divina y de nuestra misión como cristianos. Esa es la tarea de la Iglesia, esa fue la tarea que Jorge Altafulla aceptó y que por 41 años trató de vivir y de exponer. Ya sabemos las circunstancias tristes y dolorosas que a todos nos han conmovido.
Yo creo que hoy damos gracias a Dios, por lo que dio a Jorge, por lo que hizo por Jorge y queremos recordar su trayectoria, sus enseñanzas, su testimonio. El siempre decía, la muerte hay que celebrarla, es una celebración porque vamos hacia la vida...no tenía miedo a la muerte y esa radicalidad, estoy seguro cuando se vio ya apuñalado, se vio herido de muerte, se ofreció al Señor, se ofreció todo al Señor y le dio el perdón para su agresor.
Que nos corresponde hoy, orar por Jorge, orar con Jorge, dar gracias a Dios por Jorge y expresar nuestro cariño recordando siempre su palabra, sus enseñanzas y como él brindado el perdón al agresor, que distinta actitud, nosotros hablamos del perdón al agresor y jamás hemos pretendido ensañar la vida anterior al crimen.
Creemos por lo que hemos escuchado que este señor no está arrepentido, por eso trata de justificar su crimen y echar lodo a la persona que asesinó y a toda la Iglesia. ¿Quién puede creer a un individuo que actuó de esa manera?; después que asesina a Jorge Altafulla, se cambia, vuelve aquí como si nada hubiera pasado. Yo no puedo creer lo que él dice, pues trata de empañar a la Iglesia como para justificar su delito.
Nuestra actitud es perdón para él, para que se convierta, se arrepienta y admita que hizo el mal que no tenía que hacer. Oremos hermanos por Jorge, oremos por su victimario y vivamos nuestra fe con valentía, con coraje, con esperanza, con fervor, con dedicación, y que esta celebración de la muerte de Jorge nos fortalezca en nuestra vida personal, en nuestra misión como cristianos, los seglares, las religiosas, los obispos, los ministros, diáconos, todos como una sola iglesia llamada a dar testimonio en el mundo, llamada a ser testimonio en el mundo, llamada a ser fermento en el mundo de crisis, un mundo complicado como siempre lo ha sido y lo será, por eso quiere Cristo que sea fermento siempre sin buscar ninguna excusa.
Jorge Altafulla gracias te damos por tu vida, por tus labores, por tus sacrificios, que no sea en vano. Gracias te damos porque nos permites hoy congregarnos aquí para despedir tus restos mortales. Adiós, nunca te olvidaremos. Jorge desde el cielo ora por nuestra iglesia, tu iglesia. Amén. |