Ser abuelo es un arte difícil y delicado que exige comprensión, tacto y equilibrio emocional.
El nacimiento de los nietos, generalmente, representa un doble gozo para los abuelos, porque duplica la alegría de ver a sus hijos convertidos en padres. Como abuelos, existe el riesgo de que se olvide que el papel de éstos es secundario.
Los abuelos deben tomar conciencia de que son eso, abuelos y nada más. No son los jefes del hogar de sus hijos; no llevan ellos la responsabilidad de la casa; no son los educadores; no deben pasar el día dando consejos a diestra y siniestra.
Es fácil que los jóvenes cometan errores, pero es muy saludable que vayan aprendiendo las cosas por experiencia propia. La familia puede aprender, de los abuelos, virtudes tan hermosas, como la tolerancia, la paciencia y, sobre todo, la hospitalidad.