Panamá en sus 78, 200 kilómetros cuadrados, con su colmena de 3 millones de habitantes, es por su privilegiada posición geográfica canal aéreo de los caminos celestes internacionales, es canal terrestre y es canal extra-oceánico, siendo también canal y vivero universal del mestizaje del genoma humano. Así las cosas, también nuestro Panamá de la noche a la mañana se ha hecho nación millonaria en sabios y filósofos tecnócratas expertos en temas del canal. A cada flash de radio, prensa escrita, televisión y en los ágoras políticos nos discursean que el canal es la mítica república de Thule y Thyle, es la Atlántida resurgida sin algas y sin limo ni óxido de los fondos del océano en la cabal perfección de sus estructuras, es según ese grupillo de encorbatados yeyesitos, algo así como El Dorado en donde todo es gallinas poniendo huevos de oro por los céspedes y en las ramas de los selectos jardines de la periferia del Canal, allí todo parece tranquilidad, inmortal rentabilidad y jugosa perfección cual nuevo país de Jauja al simple alcance de la ciudad perfecta.
Jamás Campanella, Tomás Moro, San Agustín, Platón, Marcilo Ficino, Plinio, Plotino, Marco Polo, Séneca, Cristóforo Colombus, ni Horacio o el doctor Adolf Huxley fueron tan convincentes de la panacea de este único mundo feliz, canal alimento tres golpes al día, de los neo sabios embotellados muchos cual parásitos del sistema panameño, haciéndose dizque los muy ejecutivos, los muy políticos, los muy competentes; incluyendo también a unos tres sabios del extranjero virtuales sacristanes de la misa en réquiem pater noster de la ampliación del Canal. Uno de estos es un mexicano que vino fugaz y al paso ...sas..., nos inventó un nuevo calendario azteca con perfectas semanas de 13 días, con años de 18 meses y un nuevo siglo que solo necesita de 52 años. Antes de irse y prometernos volver, tomó en cada mano mil burbujas de agua del canal y se las llevó a hurtadillas a varios desiertos del mundo, demostrando que ni siquiera se revientan al exportarlas, comerciarlas y transmutarlas de lo líquido a lo sólido de dinero en sus bóvedas bancarias.