Una aparente gastritis impidió que Marco Manjarrez, asesino confeso de Monseñor Jorge Altafulla, escuchara el testimonio de varios peritos ayer en el Salón de audiencias del Segundo Tribunal Superior de Justicia.
El Doctor Carlos Smith, Subdirector del Instituto de Salud Mental, dijo que el procesado Marco Manjarrez estaba en estado normal y coherente al momento en que ocurrió el crimen el domingo 19 de mayo de 2002.
En el análisis hecho al sindicado no encontró "ningún tipo de trastorno mental, mas sí tenía una recopilación de resentimientos sociales en esta persona".
Guillermina McDonald, acusadora, argumentó que el sindicado irrumpió en la recámara de Monseñor Altafulla con un cuchillo, una máscara y unos guantes.
La psicoterapeuta Inés Peralta, solicitada por el defensor Rafael Rodríguez, aseguró que Manjarrez tiene sentimientos de inferioridad, culpabilidad, depresión, inseguridad, vacío sexual y no se define aún en su masculinidad.
Eso le provoca un descontrol psicosocial, agresividad reprimida, y con ideas delirantes como salvador del mundo a través del sacerdocio, precisó la experta.
OTRO TESTIMONIO
El psiquiatra colombiano Roberto Solórzano Niño, participará en la audiencia que se le sigue al ex seminarista Marco Manjarrez. El galeno fue citado por el abogado defensor Rafael Rodríguez.