Nunca falta un "metido", decía la abuela refiriéndose al individuo que sin ser invitado a participar de una conversación, busca la manera de involucrarse emitiendo opiniones que no le competen.
Y de esos hay muchos en todas partes, pero pareciera que en los últimos años en los centros de trabajo se ha desatado una epidemia: la del "metiche". Este sujeto no mide circunstancias, y sin más ni menos, va "metiendo la cuchara" en lo que realmente no le importa.
Ya casi no se puede tener conversaciones privadas, pues de donde menos se le espera, "salta" el "metido" agregando detalles del tema que se discute. También se auto involucra en la conversación de una manera tan natural diciendo, como por ejemplo: "Hey, sí. Yo...", o "¿Cómo fue la cosa?" y así ya entró a formar parte de la conversación ajena.
El "metido" también se caracteriza por "sufrir calenturas ajenas". Si un compañero, vecino(a) o conocido (a) no termina una tarea a tiempo, enseguida comienza a emitir comentarios, pues en nada le perjudica en lo personal que se cumpla o no determinado encargo. Lo peor es su intervención que no la hace por buena fe, ¡qué va! Es simplemente porque no puede tener su lengua quieta y su mente alejada de lo que no le importa.
Esas son gente que cuando ven un grupito de personas reunidas, llega y se queda escuchando para actualizar el hilo de la conversación y formar parte de ella.
¿Qué hacer con esa gente? Sencillamente hacerles ver que no son invitados. Las indirectas no funcionan. Hay que ir directo al grano: "Mira, tú perdona, pero no estoy hablando contigo".
Entonces elija Ud. respetado lector: calarse al "metiche" o aplicar la regla que "entre más amistad, más claridad". Los "metidos" no son un mal necesario.