El encuentro entre los presidentes Martín Torrijos y George W. Bush ha recibido comentarios favorables de numerosos sectores de la sociedad, en particular de representantes de la oposición como José Raúl Mulino y Roberto Henríquez, quienes con justa razón solicitan un informe detallado de las gestiones realizadas en territorio estadounidense.
La visita de un presidente panameño, elegido por una abrumadora mayoría a través del sufragio popular y que a la vez pertenece al partido político que en décadas anteriores fue rival ideológico de Estados Unidos, representa un evento de trascendencia para quien ocupa el salón Oval de la Casa Blanca y para todo su gobierno.
Ahora, con la renovación democrática del gobernante Partido Revolucionario Democrático, se presenta una situación diferente con Estados Unidos, cuya relación con nuestro país se inicia desde la construcción del canal.
Con la firma del tratado Hay Bunau - Varilla en 1903, se inicia una etapa de luchas por la defensa de la soberanía nacional a través de manifestaciones de los diversos grupos de la sociedad y que logró, en 1962, la firma de acuerdos como el Chiari - Kennedy, que permitió izar la bandera panameña en el territorio de la antigua zona del canal.
Otro instrumento derivado de estas expresiones del pueblo panameño fue el convenio Tack - Kissinger, en 1974, que daría inicio al fin del tratado a perpetuidad de 1903. Tampoco deben olvidarse los convenios Arias - Roosevelt y Remón - Eisenhower, primeros pasos hacia el Torrijos - Carter que en 1977 definió la soberanía total de nuestro territorio.
Ahora, los temas son diferentes y la visita de Torrijos ha sido propicia para tratar asuntos como la ampliación del Canal, la seguridad hemisférica y otros temas cuya repercusión en nuestra realidad nacional será trascendental, debido a su posición comercial estratégica.
Estados Unidos ha cumplido con las demandas generacionales del pueblo panameño y en 1999 devolvió el Canal, retiró sus tropas y revirtió las áreas adyacentes a la vía interoceánica.
Al actual mandatario y a su padre, el General Torrijos, les ha correspondido iniciar ciclos históricos, al último el de la plena soberanía del país y al primero, a Martín, perfilar y consolidar esos legados.
Todavía es muy pronto para calcular los resultados de este encuentro, de lo que podemos estar seguros es de la buena imagen proyectada por nuestro país y el ahorro en publicidad de ella derivada.
En lo que no estamos de acuerdo es en conceder el crédito de esta exitosa reunión a un señor de nombre Raúl Romero, a quien han catalogado como un gurú del cabildeo y que será recompensado económicamente por este oficio.
