OPINION

CUARTILLAS
Duro

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Por Milcíades A. Ortiz Jr.
Catedrático

El hombre era un "camaján": le gustaba trabajar poco. Tomaba la vida "suave", a pesar de las necesidades que abundaban en su humilde hogar. ¿De dónde había sacado esa actitud? A lo mejor la culpa la tuvo la madre, cuando de chiquito le decía que era lo máximo; que era el mejor niño, que tendría un gran futuro.

Y como muchas madres inocentes, no se daba cuenta que al consentir al "bebé", le estaba dañando su personalidad. Lo sobreprotegió, siguiendo quién sabe qué mandatos ancestrales, que hacían del varoncito algo "especial" entre sus hijos. Cuando creció este caballero se encontró con la amarga realidad. En la vida común y silvestre no era "el hijo consentido de mamita".

Por allí algún psicólogo dijo una vez que hay hombres influidos por sus madres, que cuando se casan buscan la imagen materna. Es decir, reemplazan la madre por una esposa parecida. Eso hizo este sujeto "camaján". Se buscó una mujer trabajadora y sacrificada, que se tragaba sus cuentos de "mala suerte en el trabajo", "que la gente me envidia", etc. Fue de trabajo en trabajo, buscando el milagro de encontrar una ocupación que le diera mucha plata.... ¡sin casi trabajar!

La pobre esposa era lo contrario. Aparte de su trabajito de oficina, hacía lo que pudiera los fines de semana para conseguir dinero extra. Mientras el flojo del marido se la pasaba en la casa viendo T.V., incluso con sus amigos, ella "mataba camarones" planchando, vendiendo ropa de casa en casa, haciendo comida para fiestas, etc.

Como este caso hay varios por allí, donde el hombre no trabaja duro para mejorar la situación económica de su hogar. Por lo general se quejarán que "la cosa está dura, no hay buenos empleos, la gente me tiene tirria", etc. Con estas excusas y otras más, quieren encubrir su flojera y viveza. No les extrañe que ande envidiando a los que tienen bienes a costa de trabajar duro, en más de un empleo.

Esto de laborar en más de un lugar para vivir medianamente bien, lo conocemos los periodistas. Generalmente el salario del periodista es bajo, lo que obliga a realizar más de un trabajo. Pensé en esto el otro día, cuando me di cuenta que había cumplido treinta años de ser profesor en la Universidad de Panamá. Durante más de diez años ha tenido tres responsabilidades de trabajo. Esto me obliga a reducir mi tiempo libre, a eliminar a veces mis vacaciones, o el tiempo que se le dedica a la familia.

Y así ha sido durante años, según revisé mentalmente mi vida laboral, que comenzó cuatro meses después de cumplir dieciocho años. Sólo no trabajé tres años y meses, cuando me fui a Chile a estudiar Sociología, y un año más que hice dos estudios superiores en Bogotá y Lima. El resto de mi vida ha sido trabajo duro y no me quejo. Por eso tengo lo que tengo, conseguido por el sudor de la frente y no de chanchullos, ni vendiendo mi alma al diablo. Por eso les digo a los "camajanes": "El trabajo duro no hace daño!

 

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