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Verbal y por escrito estas son las dos maneras más usuales que se usan para hablar mal de una persona del trabajo, del barrio o de la universidad.
¡Si las paredes hablaran por sí solas! Allí se plasma con pintura el odio que una persona tiene sobre otra, o el amor que hay hacia una hembra de la esquina.
El lenguaje es tan amplio que permite usar diferentes figuras para expresar sentimientos. Igual de amplios son los sitios donde se registran esas expresiones de odio, o de amor, tal como el baño público de una universidad. Allí se escribe de todo en contra de profesores o de algún estudiante que caiga mal en clases, no obstante el colmo de los colmos es usar medios públicos para criticar a los compañeros, cubriéndose bajo el paraguas de un escrito anónimo.
Es inaceptable que trascienda un error por mínimo que sea de un amigo, un compañero en los artículos de opinión que, aunque no se diga contra quién es, ni quién lo escribe, salga a la luz pública.
Si la cosa se trata de compañeros, es más saludable platicar y asesorar al equivocado para que no vuelva a cometer los mismos errores.
Esta es una buena manera de educar y enseñar. Lo incorrecto es ir divulgando por ahí, cuando se cometen ciertos deslices que empañan el buen trabajo que se realizó, sólo porque a la camisa blanca le cayó una mancha de café.
Aprendamos a no criticar constructivamente, no destructivamente. |
