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Cumbre reactiva agenda del ALCA

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Quebec
AFP

La III Cumbre de las Américas, que reunió en Quebec a 34 presidentes y primer ministros del hemisferio, deja por delante un trabajo arduo: si bien logró su principal objetivo de reactivar la agenda de la creación de una zona sin barreras comerciales desde Alaska a Tierra del Fuego, lo sustancial de las negociaciones ni siquiera ha comenzado.

A pesar de las manifestaciones antiglobalización protagonizadas por unas 30.000 personas y las reticencias de Venezuela y Brasil sobre las modalidades de la integración, la Cumbre de Quebec logró su principal meta: volver a poner en la agenda hemisférica la creación de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), con 800 millones de consumidores y un PIB de 11 billones de dólares, para el 2005.

La tarea no será fácil, porque lo sustancial del acuerdo comercial ni siquiera ha comenzado a negociarse. Además, las diferencias en los niveles de desarrollo y los intereses desiguales de los países americanos dificultarán el trabajo.

La creación de un Fondo e Cohesión Social que suavice estas asimetrías, propuesta en la reunión por el presidente de México, Vicente Fox, podría colaborar a cerrar la brecha entre países ricos y pobres. Un Fondo de este tipo fue implementado en el proceso de integración europeo, pero disminuir las abismales diferencias entre los países de América supondrá un desafío mucho mayor.

La Declaración de Quebec establece que las negociaciones del ALCA "deben concluir a más tardar en enero del 2005, y entrar en vigor lo antes allá de diciembre del 2005".

Ello zanjó definitivamente el debate entre Estados Unidos, que abogaba por adelantarlo al 2003, y Brasil, que luchó por mantener la fecha del 2005 fijada en la Cumbre de Miami de 1994.

Pero el presidente de Venezuela, Hugo Chávez una de las pocas voces discordantes en el consenso regional- se reservó el derecho a entrar al ALCA después del 2005, aunque aceptó la fecha límite establecida para el fin de las negociaciones.

El presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, firmó la Declaración de intenciones pero alertó que dará la batalla cuando comiencen las verdaderas negociaciones.

El ALCA, advirtió Cardoso, "será bienvenida si su creación significa un paso para dar acceso a los mercados más dinámicos"; de lo contrario, "sería irrelevante, o en la peor de las hipótesis, indeseable".

Precisó que Brasil "concibe la posibilidad" de un ALCA "si efectivamente significa el camino para reglas compartidas sobre anti - dumping, si reduce las barreras no arancelarias, si evita la distorsión proteccionista de las buenas reglas sanitarias", en alusión a la política comercial estadounidense, que sanciona las exportaciones de acero, calzado y jugo de naranja brasileño.

Cardoso, al igual que Chávez, privilegia la integración de Sudamérica para llegar con mayor poder de negociación al ALCA, mientras moderniza su industria exportadora.

Asimismo, todos los mandatarios aprobaron en Quebec una cláusula democrática que establece el Estado de Derecho como requisito sine qua non para integrar el club continental, lo que también puede abrir boquetes en el proceso de integración, dada la debilidad de muchas democracias latinoamericanas, corroídas por la pobreza, la violencia, el populismo, intentonas golpistas y el descreimiento de los pueblos en las instituciones.

Salvo Venezuela -que reservó su posición- los presidentes decidieron impulsar la creación de una Carta Democrática Interamericana que en el marco de la OEA (Organización de Estados Americanos) profundice en el concepto de democracia y sancione las diferentes formas de ruptura constitucional.

Cuba, suspendida de la OEA desde 1962, es el único país que ha visto rechazada su membresía al club de las Américas desde la primera reunión de Miami, en 1994.

El primer paso para poder negociar el ALCA está ahora en manos de los congresistas estadounidenses, que tienen el poder para conceder al presidente George W. Bush el "fast track" o Autoridad de promoción comercial.

Bush, que debutó sin brillo en Quebec en la arena regional, se mostró dispuesto a invertir capital político para lograr el acuerdo comercial hemisférico, y dijo que trabajará para conseguir el "fast track" antes de fin de año.

El "fast track" (vía rápida) permite al presidente estadounidense negociar los acuerdos comerciales con libertad, ya que el Congreso debe aprobarlos o rechazarlos, pero no puede modificarlos.

Muchas incertidumbres y un largo y tortuoso camino planea sobre el objetivo de que este sea el "Siglo de las Américas", como deseó Bush poco después de asumir la jefatura de Estado y con lo cual se comprometieron los mandatarios en la Declaración de Quebec.


 

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