Un gol en propia meta del noruego John Arne Riise, en tiempo de descuento, permitió al Chelsea romper el maleficio de Anfield con un empate a uno que confirió a los "Blues" una ventaja inmerecida frente al Liverpool, ante el partido de vuelta de la semifinales europea.
Una negligencia varió lo que parecía que iba a ser otro alarde de grandeza europea del equipo de Rafa Benítez, que se adelantó tras un tanto del holandés Dirk Kuyt.
Al Liverpool no le bastó ayer, la contundencia que esgrime en el continente ante un Chelsea demasiado rígido, al que la fortuna en forma de gol en propia meta, salvó de estrellarse una vez más, con la fortaleza de Anfield.
El fútbol poco vistoso de la escuadra de Londres y el entusiasmo mostrado por los "reds" hicieron olvidar, momentáneamente las diatribas que mantienen en vilo a los dueños de este emblemático club, los estadounidenses Tom Hicks y George Gillett.
El fuerte blindado en el que se ha convertido este estadio en el continente, no fue el escollo imposible para el Chelsea, que evitaba estrellarse por tercera vez contra los "reds". Los "Blues" rompieron el maleficio ayudados involuntariamente por su anfitrión.
Ambos comenzaron con cierta torpeza. Toque de balón, juego táctico y pocos riesgos.