Irena Carpintero pide disculpas a los propietarios del terreno, por la oportunidad que le han dado a ella y a sus compañeros indígenas de poder ubicarse en ese lugar. Sus intenciones no son las de causarles perjuicios.
La joven indígena antes mencionada, es gentil y conversa sobre los temas nacionales y su preocupación como panameña, ante los problemas sociales que enfrenta el país. Entre ellos la pobreza que agobia a los indígenas de su comarca, a los campesinos y también a los de barrios marginales.
Tiene vocación de superación, a pesar de que habla en su dialecto y en español, da a entender el sufrimiento causado por la pobreza.
Sabe aprovechar lo que puede ser útil para su superación profesional, como una meta que ella se ha propuesto.
Comentó: "no produce vergüenza decir que los árboles sirven para protección o como vivienda, si es cierto", pero saldré adelante, más aún ahora, que me han dado una beca para estudiar". Dijo: "seré una indígena decente, luchadora, profesional, humilde, respetuosa y defensora de los derechos de los pobres y de mi comunidad indígena".
Irena inclinó su cabeza llorando y, entre murmullos dijo: "si el presidente Torrijos me ayuda, prometo dar todo de mí, para salir adelante y ayudar también a otros de la comarca con deseos de ser profesionales".