Cuando los hijos están en la primmaria, es bueno que sus padres los ayuden a estudiar. De hecho, muchos padres están conscientes de ello, y se sientan con ellos para ayudarlos con las tareas. Además, conversan regularmente con los profesores, y están pendientes de cualquier eventualidad que pase durante la educación básica. El asunto para ellos es que como son aún "bebés", hay que estar pendientes de todo. Por desgracia, a algunos padres se les olvida mantener los ojos abiertos cuando los hijos pasan a secundaria.
Está bien que los pela'os estén creciendo y que puedan tomar algunas decisiones, pero la cosa no es dejarlo a la libre mientras estudian. Hay muchos panameños que se dedican a la mala práctica de desatender su responsabilidad paterna de monitorear a los hijos entran a la secundaria.
Es un grave error no visitar el plantel donde estudian sus hijos ni revisar qué hacen en sus tiempos de estudios. Es cierto que tenemos que darles independencia, pero con mucho tacto podemos conversar con ellos sobre sus necesidades para ayudarlos en sus tomas de decisiones, como por ejemplo, enrutarlos hacia una determinada carrera a seguir.
Muchos estudiantes que comienzan su cuarto año no saben qué estudiar en la universidad. Nadie los ha orientado sobre las tendencias del mercado ni de las necesidades de este mundo globalizado cuando precisamente más deben saber qué pasa en su entorno.
Un padre debe ser un compañero, un amigo o un consejero. Ellos deben sentir cierto grado de confianza para poder lanzar sus inquietudes a tiempo, todo con la finalidad de enfocar bien la carrera que desean desarrollar.
Si usted es de esos padres que nunca ha ido a visitar el colegio donde estudian sus hijos, no deje de hacerlo aunque en su vida haya pisado la escuela de su muchacho.
No piense que su hijo se llenará de pena. Converse con él y hágale sentir su preocupación sobre su futuro. De esta manera el pela'o tendrá un firme apoyo suyo y contará con la confianza de desarrollarse en lo que desea ser en un futuro.
Muchos padres enfrentan el grave problema de no saber qué hacer con sus hijos después que se gradúan de secundaria porque se meten a estudiar algo que no les gusta y al final terminan de holgazanes en casa sin querer barrer, fregar, trapear, ni mucho menos cocinar.