EDITORIAL
Votación electrónica: medida
prematura
Los procesos electorales
modernos incorporan en sus metodologías los artilugios y adelantos
tecnológicos que permitan alcanzar resultados de mayor exactitud
y confiabilidad; en tal derrotero se organizan comicios donde los ingenios
mecánicos y de cibernética aceleran, registran e informan
con asombrosa rapidez y exactitud los resultados y demás datos propios
de las votaciones.
En Panamá, como experiencia primaria se pretende que dieciséis
mil electores depositen sus sufragios concurriendo a mesas donde instalarían
computadoras, con idoneidad técnica para recoger la voluntad de los
votantes.
La medida, que inicialmente fuera aprobada por las toldas partidarias
en contienda, es reclamada hoy, cuando se propone que la prueba se traslade
para los comicios del 2004, en razón de la escasa divulgación
y conocimiento que el experimento alcanza en la ciudadanía, cuyas
resultas pudieran afectar los cómputos o incrementar la abstención.
Los argumentos son válidos: ellos merecen pronta atención
de las autoridades electorales, de manera que la medida no empañe
la contienda de cívico acento que constituye la elección venidera.
La desconfianza popular frente al ingenio electrónico incorporado
al comicio es manifiesta, y los tiempos calendarios que nos separan del
acto electoral son escasos, y no existe adecuada temporalidad para cumplir
un agresivo programa de divulgación y enseñanza en los ciudadanos.
De acuerdo con los planes del Tribunal Electoral, únicamente un
centro de votación en la cabecera de cada provincia, que en conjunto
suman dieciséis mil votantes pasarían por la prueba; sin embargo,
tal como manifestara en televisión una ciudadana registrada en el
padrón del centro de votación de la Escuela de Chile, nadie
le ha comunicado la mecánica del experimento, ni citado para recibir
inducción adecuada.
El Tribunal debió destinar recursos y espacios para asistir a
cada uno de los electores correspondientes a las mesas escogidas, dándoles
las indicaciones y prácticas necesarias, adecuadas, para asimilar
la innovación.
Por tales consideraciones y señalamientos se impone que las autoridades
electorales y las toldas partidarias revisen la decisión y adopten
los mecanismos correctivos que permitan, en el futuro cercano, contar con
los adelantos tecnológicos de cibernética y electrónica,
para que tengamos consultas veraces, idóneas, para la renovación
de los poderes públicos; así como en otras consultas de la
voluntad popular.
Ojalá estas recomendaciones tengan eco; el país lo reclama;
la nación lo necesita.
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