Indígenas hacen ponchera en plena vía pública de David. Eran apenas las 9:00 de la mañana del martes, y en la popular bajada de Tomy, en la ciudad de David, un grupo de indígenas todavía disfrutaba de lo que parecía era su fiesta privada, a un lado de la vía pública.
La reunión de unos 12 indígenas, con uno que otro latino colado, incluía como siempre los tragos de alcohol puro, conversaciones no muy decentes en voz alta y hasta la demostración de las más primitivas pasiones de unos con otros, porque también había mujeres.
Es una situación que-según las personas que pasan por el lugar bastante transitado-es cosa de todos los días, sin que exista autoridad alguna que frene los actos inadecuados que ese grupo de indígenas realiza.
"¡Usted no ha visto nada! Si fuera un poco más allá doblando por el antiguo hospital Obaldía, hasta puede ver a indios teniendo sexo como si nada", dijo un señor que trabaja por el lugar.
El piso de la acera parecía la mejor cama para una pareja que estaba en el lugar, donde evidenciaron que estaban vivos cuando movieron sus cuerpos para tener otra posición dentro del sueño que tenían producto de la borrachera.
Dormían los dos abrazados, como en el mejor hotel, sin importar el escándalo que sus paisanos hacían a su lado, hasta que otro de los durmientes cercanos empezó a meter mano por debajo de las enaguas de la mujer ajena.
La oposición del que parecía el dueño de la dama fue al principio, pero después quedaron los tres juntitos.
"¡Eso está mal!", exclamó uno de los indígenas que al ver que se estaban sacando fotografías, llegó hasta la acera donde estaban los periodistas. "Yo chupo, pero no me pongo en esas cosas", repetía aduciendo que "el guaro es para los hombres, no para los maricas que se duermen".
En la acera también estaba otra indígena, que por su tamaño y facciones, es menor de edad. También evidenciaba estar bajo los efectos del alcohol, y mientras los reporteros estuvieron allí, dejó que por lo menos cuatro de los hombres que la acompañaban tocaran sus partes íntimas y hasta la besaran apasionadamente, entre el brindis con los tragos.
Ellos toman alcohol puro porque les sale más barato, a sólo 0.60 centavos la popular "pacha" o el cuarto de botella que consiguen fácilmente en las distribuidoras de asiáticos que les quedan al frente de donde se reúnen.
Eladio Salinas, uno de los participantes en "la ponchera", afirmó que ellos, desde el mes de enero, están tomando por ahí.
Durante esas acciones que son repudiadas por la mayoría de la población, dos policías que pasaron en un patrulla sólo gastaron cinco segundos de su tiempo para reírse de la situación, mientras pasaban en el vehículo.
A pesar de que las leyes panameñas poseen sanciones para los ciudadanos que liban licor sobre la vía pública, parece que para estos indígenas, que hacen actos inmorales ante la vista de todos, no existe ley.