El panameño parece que nunca pasará hambre de verdad. Usted dirá que nos equivocamos, pero permítame decirle que eso no ocurrirá sencillamente porque siempre saldrá a relucir un ingenio para ganarse un par de reales y comprar el pan del día.
No se sabe por qué razón muchos panameños no tienen negocio propio. Quizás es por la dejadez o el miedo a crear un proyecto "macro", porque en el plano "micro" los agentes de negocio quedan sorprendidos al ver la manera como el nacional de este país saca plata de dónde no hay.
Podemos mencionar ejemplos, pero enumeraremos solo unos cuantos. Uno de esos negocios es vender el famoso "One two", es una especie de lotería semi clandestina que funciona con el juego legal, pero que se vende con libretitas. Otro negocio es la venta de duros, tamales, bollos, limpiar autos, hacer mandados, cuidar autos y muchos más, pero hay un negocio que está muy bien planeado que tiene que ver con lo académico. Nos referimos a la creación de seminarios.
Es bueno que el hombre se capacite. Si una empresa no actualiza a su personal es una empresa con pocos años de vida, sin embargo, hay que tener mucho cuidado cuando se reciben invitaciones sobre un determinado taller que supuestamente servirá a los trabajadores y en realidad nunca se ven los resultados.
Hay organizaciones serias compuesta supuestamente por gente seria que no hace más que seminarios todo el año. Ellos saben muy bien las ganancias de estas reuniones académica. Ellos saben también que si cobran B/.250.00 a 100 personas, su ganancia bruta sería de B/.25 mil, menos los gastos de hotel y conferencista que pudiera ser por lo bajo B/.5 mil, arrojando una ganancia sustancial neta por la módica suma de B/.20 mil. ¿Quién no sería feliz con una ganancia de este tipo donde no tuviera que invertir mucho? Por eso decimos que el mundo de los seminarios se hizo más para lucrar que para educar a un ser humano.