A medida que aumenta o disminuye en el país la ola de crímenes, secuestros, robos y raptos de menores, los que infringen las leyes buscan recursos y formas de esquivar la acción de la justicia, recurriendo a evasivas poco creíbles y triquiñuelas nunca antes vistas.
La comisión de delitos como los antes mencionados encuentra ahora un nuevo aliado consistente en que, quienes incurren en los mismos, tratan de confundir a los investigadores haciéndose pasar por enfermos de patologías mentales y psicológicas, lo que en buen panameño se conoce como hacerse el loco.
Esto deja serias dudas en la ciudadanía y entre los afectados, pues resulta extraño que un individuo que hasta el día de la comisión de un delito presentó a lo largo de su existencia un comportamiento normal, de repente aduzca sufrir de trastornos psíquicos para tratar de confundir a las autoridades.
Es posible que el debido proceso y el marco legal que les asiste en derecho a los imputados les permita todas las garantías en ese sentido, sin embargo, llama poderosamente la atención la proliferación de ese tipo de casos, donde él, o los acusados pueden distraer la acción de la justicia mientras ganan tiempo para seguir evadiendo pagar por sus delitos.
Gente con historial de conducta delictiva y trayectoria social dudosa, de pronto aparece cometiendo desafueros contra la sociedad y amparándose en subterfugios con el único propósito de extender los procesos legales y no pagar por sus actuaciones ponibles. |