El sisal es una planta perenne de la cual se extrae una fibra vegetal utilizada en la fabricación de sogas, hilos, cestas, cojines, alfombras y papel; pero que también tiene usos en la fabricación de licor, alimentos para el ganado bovino y en usos medicinales.
Todo ello convierte a este cultivo en un aliado en la lucha contra la pobreza.
Y es precisamente por ello que este cultivo se ha convertido en uno de los proyectos que actualmente adelanta el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) a través de la Coordinación del Fondo Fiduciario para el Desarrollo (FFD), en las provincias de Chiriquí, Veraguas, Coclé y la comarca Ngöbe Buglé.
ALTERNATIVA A LOS MAS POBRES
Guillermo Salazar, ministro del MIDA, indicó que esta es una alternativa que se le brinda a los pequeños productores para que se integren al mercado de exportación, ya que la fibra extraída del sisal tiene gran demanda a nivel mundial y su cultivo no requiere una gran inversión.
El proyecto que adelanta el MIDA tiene un costo de nueve millones de balboas y consiste en la siembra de nueve mil hectáreas del cultivo sisal en un período de 10 años, a partir de este año 2007, distribuidas así: Chiriquí con tres mil 500 hectáreas, Veraguas con tres mil 500 hectáreas y Coclé con dos mil hectáreas.
De acuerdo a Carlos Salcedo, coordinador del proyecto, éste se ha iniciado con el establecimiento de tres viveros regionales para la reproducción de plantones y parcelas de validación y demostrativas, para lo cual se importará la semilla o plantones desde Venezuela; mediante la firma de un Convenio de Cooperación Técnica, Científica y Comercial.
FUTURO DEL PROYECTO
Entre los componentes del proyecto están: la investigación y validación, la capacitación a técnicos y productores, asistencia técnica y el procesamiento y comercialización, entre otros.
En su fase inicial se ubicarán tres mil productores como beneficiarios potenciales dentro de una población estimada en más de 320 mil habitantes. En la provincia de Chiriquí, mil productores; en Veraguas, mil; Coclé, 600 y en la comarca Ngöbe Buglé, 400 productores.
Entre el impacto esperado se destacan: el mejoramiento económico directamente de unos tres mil agricultores; generación de empleo a unas 47 mil 500 personas por año al establecer las nueve mil hectáreas; producción de 100 toneladas de hojas frescas (pencas) por hectárea por año; rendimiento de 4.5 toneladas de fibra por hectárea por año; ingresos de hasta mil 200 balboas por hectárea al año y disminución de la migración del campo a las ciudades.
El Ing. Salcedo agregó que el proyecto, a pesar de introducir un cultivo que es relativamente nuevo desde el punto de vista comercial, presenta una gran oportunidad a los productores rurales de las regiones marginadas, debido a que ofrece empleomanía e ingresos alternos a los que viene recibiendo el productor, y pretende fortalecer la estructura organizativa.