James Patrick Caviezel entró en escena poco después de haber aparecido en pantalla el versículo de Isaías 53:3-5 que dice: "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él, el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas, él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Mel Gibson desde el inicio del rodaje intentó dejar en claro la misión en la tierra del Hijo del Hombre, quien vino a dar su vida por todos.
Gráficamente es una obra que plantea las últimas horas de Jesús, visto desde el sufrimiento de una madre y desde la perspectivas de los evangelios y basada en los diarios de la mística Ana Catalina Emmerich (1774-1824). Estos últimos no inspirados por Dios.
El guión es exquisito. Desde el principio, Gibson dejó plasmado la victoria del bien sobre el mal, a quien hizo representar en la imagen de una serpiente y una mujer.
La escenografía, propia de la época, trasladó al público al ambiente natural en que se desarrolló la escena real. No hubo muchos problemas para lograrlo, pues el productor de Pasión ya había encontrado la conexión con lo que quería lograr con el film antes de editar las tomas.
A pesar que no se quiso subtitular al principio para no interpretar la palabra de Dios, éstos distrajeron la atención. La lengua aramea por sí hizo más real la presentación gráfica de las últimas horas de Jesús. Algo igual ocurrió con la ambientación musical. Por supuesto que cuando Cristo fue crucificado, no había sonido ambiente. Aquí el productor lo utilizó como herramienta de captación y en parte lo logró.
Los recursos elípticos empleados mostraron a un público cautivo los recuerdos de Jesús en varios de sus pasajes. En su lecho de muerte, Jesús recordó la última cena, también cuando sería abandonado por sus discípulos y parte de su vida con su madre.
Era evidente que tenían que presentarse ciertos pasajes claves para amarrar el mensaje. Así se hizo.
El filme debe verse como lo que fue. Las escenas sangrientas tal vez hubieran sido peores. Jesús fue llevado al matadero y la sangre que Él derramó era necesaria para redimir nuestros pecados.
Ese sacrificio en la cruz nos da la oportunidad de escoger entre dos opciones: Vivir eternamente o morir eternamente.
¿Por qué salir llorando de las salas de cine? No hay razón para ello. Todos los que acudan a ver la película más controversial deben salir alegres de ver gráficamente que las escrituras no fallan. La muerte fue vencida. Cristo le ganó la batalla final al Diablo.
No hay lugar para preguntarse por qué Dios abandonó a Jesús cuando preguntó: Elí, Elí, ¿lama sabactani?, que significa Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
La respuesta es sencilla. Dios aborrece el pecado y en ese preciso momento Jesús cargó sobre sí todos los pecados de la humanidad. Incluyendo el tuyo y el mío. Alégrate que el sacrificio fue perfecto. No tienes por qué llorar cuando veas La Pasión.