¿Quién diría que algo tan insignificante como los microbios podrían mandarlo a uno a la cárcel? En un tiempo, de prosperar un estudio científico, los forenses utilizarían a esos diminutos microorganismos que quedan en las escenas del delito para identificar a sus autores.
Una investigación determinó que el autor de un delito podría ser identificado por los rastros de gérmenes de sus manos que hayan quedado en algún objeto que tocó. La investigación se basa en que las colonias de bacterias que viven en las manos de la gente son muy propias de cada individuo. Claro que como prueba no van a destronar a las huellas dactilares ni al ADN, pero en el caso de que las primeras se vean borrosas, o que no haya rastros del segundo, los microbios se convertirían en un recurso nada despreciable para corroborar la identidad de alguien que haya tocado un objeto.
" Cada uno de nosotros deja una huella única de microbios a medida que recorremos nuestras vidas. Aunque este proyecto está aún en su etapa preliminar, pensamos que a la larga la técnica puede convertirse en una herramienta muy valiosa para los científicos forenses", explicó Noah Fierer, de la Universidad de Colorado (EE.UU.), quien encabezó la investigación publicada por la revista Proceedings de la National Academy of Sciences.
En una de las pruebas, los expertos tomaron muestras de la superficie del mouse de una computadora que no había sido usada por 12 horas, y compararon las bacterias halladas con las muestras recolectadas de las manos del dueño del aparato y de otras 270 personas seleccionadas al azar. ¿Cuál fue el resultado? La muestra extraída al dueño de la máquina fue la que más se acercó a la obtenida en el periférico.
La coincidencia se debe a que, en promedio, la mano humana contiene unas 150 especies de bacterias, y dos personas elegidas al azar comparten apenas el 13% de ellas, según determinó el equipo de Fierer.
