El estilo Arsenal, una tendencia del fútbol basada en trabajar con futbolistas jóvenes y prometedores, acabó ayer tras el empate 0-0 con el ciclo del mundo galáctico del Real Madrid, un equipo que tras su dura eliminación en Highbury comienza a partir de hoy una nueva era, con una regeneración importante de su plantilla a corto plazo.
El Madrid, eso sí, lo dio todo. Se entregó, con voluntad y espíritu guerrero. Pero el fútbol juvenil, alegre, directo y vertical del Arsenal salió a flote. El fútbol europeo del futuro es de Cesc Fábregas, es de Kolo Touré y es de Eboué. Y de Henry, por supuesto.
López Caro apostó por Michel Salgado para detener a Reyes. En la ida, en el Bernabéu, Cicinho no vio nunca al sevillano. Y de ahí el cambio. Salgado jugó con intensidad y con casta. El otro enigma de la semana, lo resolvió López Caro alineando juntos a Ronaldo y a Raúl juntos.
Ronaldo tuvo el gol de inmediato. A los dos minutos se encontró con un balón claro que lo sacó Lehmann con reflejos. Esa jugada ilustró el mal momento del brasileño. Sin fuerza, sin fe, Ronaldo regaló al Arsenal un gol que podía haber sido decisivo.
El Madrid se vio desbordado por el ritmo del Arsenal. El fútbol del siglo XXI es velocidad. Y el Arsenal de Arséne Wenger es eléctrico y directo. Fue un avión. Mientras, enfrente al Madrid, con Zidane, Gravesen y Guti en la creación le costaba un mundo llegar al borde del área.
Triste final para el que fue hace poco el mejor equipo del mundo.