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Sin embargo, soy el denominado "gato de casa"

Redacción | Crítica en Línea

De seguro usted ha oído esa famosa expresión del "gato de casa". La mayoría de las veces que se menciona es para referirse a las personas que pertenecen a una organización o trabajan en una residencia donde se pierden las cosas. Es una manera también de decir que el ladrón habita y convive como uno más del montón. Así hay una gran mayoría de personas que se han convertido en gatos de casa.

La sociedad reprocha los hurtos, mucho más cuando descubren que alguien a quien se le brindó confianza ha sido el autor material e intelectual del atraco.

De seguro en su casa alguien le hurtó un reloj o una sortija de oro. Si usted no conoce a sus hijos bien, podría pensar que algún amigo de ellos -que concurre a diario a su residencia- fue el autor, cuando en realidad fue su hijo, quien atraviesa por graves problemas de adicción.

En las compañías, los felinos de casa son -en su gran mayoría- personas de mucha confianza. Son seres humanos acostumbrados a emborracharse con sus jefes y tutearlos a cada momento, todo porque se criaron juntos o estudiaron en la misma escuela.

Estas personas se aprovechan de la excesiva confianza existente y saben que en una investigación se convertirían en los últimos sospechosos de un delito.

Esto es equivalente también a una traición. Traición de la confianza que se deposita en nosotros. Alguien nos abre las puertas de sus casas o empresas para desarrollar una relación constructiva y productiva en la que uno da algo para obtener algo a cambio, pero no nos parece suficiente eso que recibimos a cambio. Creemos que merecemos más, y sencillamente lo tomamos.

¿Es usted un gato de casa? Si no está haciendo nada malo, si no está hurtando materiales de su empresa, gasolina, plumas, papeles, dinero o equipos informáticos, entonces no tiene por qué preocuparse, pero si se llevó una batería y le gustó porque se ahorra las pilas de su control remoto, entonces deje de hacerlo porque es candidato al despido y hasta podría parar en la cárcel.

A esos gatos de casa le recomendamos convertirse en guardianes del hogar. No sean injustos con las personas que le han dado trabajo para que usted pueda llevar comida a los suyos. Robar es un delito y también un pecado.




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