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Tenemos optimismo que la celebración del Carnaval del Centenario, a nivel nacional, será matizado por la belleza y donaire de las gentiles damas istmeñas, de lujoso vestuario, de esplendorosas carrozas alegóricas, y de la inmensa alegría de un pueblo noble e hidalgo, que a pesar de la difícil situación económica que se registra en el país, ha realizado ingentes sacrificios y pasado miles de peripecias para aportar su valioso granito de arena en aras de la economía nacional.
Todo ello fortalecerá la tradición panameña de la celebración de cuatro días de sano júbilo antes del inicio de la Cuaresma: donde hay bailes amenizados con música típica, de salsa, romántica, de antaño y reggae, los famosos y jocosos culecos, murgas, desfiles jubilosos, comparsas, disfraces, artísticos carros alegóricos, toldos, discotecas, tarimas musicales y artísticas en la ruta de los desfiles, destacándose la vestimenta nacional, tanto de las hermosas damas y los distinguidos caballeros, vestuario que es uno de los símbolos del folclor de la excelsa y eterna Panameñidad: nos referimos a la ya famosa pollera y el montuno.
La alegría musical de nuestro Carnaval tan excelente panameño, en las calles, toldos, centros sociales y discotecas, las ricas viandas típicas e internacionales que se brindan en pintorescos kioscos y restaurantes, los programas especiales en nuestras televisoras y cientos de emisoras alusivas a las festividades del dios Momo, constituyen la herencia de nuestros ilustres antepasados, tradición que debemos todos los panameños, gobernantes y gobernados, pobres y ricos, grandes y chicos, que conservar, mejorar y mantener incólume dentro del marco de alegría. |
