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Como sé que todavía hay muchos panameños que no han comenzado a tomarse los tragos de la fiesta carnestolenda, es momento de aprovechar las pocas horas de lucidez de nuestros lectores para informar esto. Mientras la flamante Asamblea Legislativa toma posesión en una sesión muy carnavalesca y polémica en Santiago, Veraguas, la no tan muy aclamada cámara de diputados panameños sigue siendo el blanco de reiterados ataques de la prensa norteamericana, debido a los connotados casos de supuesta corrupción que han hecho generar una mala fama internacional a nuestro amado país.
El pasado martes 24 de febrero del presente año, un reportaje de David González, corresponsal del diario The New York Times, destacó el nada bueno caso del legislador panameño Carlos "Tito" Afú. "El último año un legislador de oposición, Carlos Afú, fue acusado por su propio partido político por aceptar 1.5 millones de dólares por su voto para ratificar dos magistrados de la Corte Suprema. El se defendió apareciendo en televisión, mostrando unos 6 mil dólares en billetes de cien, y dijo que los promotores le dieron este dinero por aprobar su proyecto en desarrollo.
El mensaje fue claro: Cada uno aquí vende su voto".
Para este diario importantísimo, en muchos países de Centro América, entre ellos Panamá, existen altos niveles de corrupción en las esferas gubernamentales y están siendo investigados por las autoridades federales de Estados Unidos. Según el New York Times, "Panamá es un país de una economía de libre mercado que ha sido largamente favorecida por aquellos que quieren ocultar fondos ilícitos; la corrupción nunca ha tenido frenos en esta nación". "Incluso cuando comenzó a enjuiciarse como sobornado confeso, el Señor Afú, quien ahora vota con el gobierno actual, ha sido recompensado con la dirección de una comisión legislativa", concluye el diario norteamericano.
Bueno, no es nuestro interés el hacer leña del árbol caído. Pero la verdad, es que el polémico caso de los supuestos sobornos a diputados y connotadas figuras políticas de Panamá, es una humillación constante para todos los ciudadanos de este país centroamericano. ¿Cómo un inversionista puede fiarse de las autoridades, políticos, economistas, juristas, abogados y demás ciudadanos de Panamá, ante semejante denuncia reiterada de corrupción en todos los niveles de la Nación?
Es una desfachatez decir que merecemos celebrar nuestros cien años como república independiente, mientras no se aclaran las denuncias de corrupción y de sobornos. Ojalá que éste y otros polémicos casos jurídicos que han dejado tanto que hablar, fueran resueltos muy pronto, pues el que sale perdiendo siempre es nuestro país, que queda mal parado y con mucha mala fama en la comunidad internacional. |
