Expulsado del paraíso del poder, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) realiza hoy sus elecciones internas para elegir su candidato presidencial, en las que se juega su existencia, mientras los mexicanos no parecen entusiasmados con una batalla que les resulta ajena y que no promete ser democrática ni transparente.
Roberto Madrazo y Beatriz Paredes, aspirantes a dirigir al PRI, llamaron a votar a más de 50 millones de mexicanos facultados para ello, pero sólo elaboraron unas nueve millones de papeletas electorales, además de que sus estimaciones sobre participación son bajas.
Humberto Roque, encargado del proceso interno del PRI, dijo que se espera que 1,5 millones de militantes y simpatizantes del priísmo acudan hoy a las urnas, después de que hace unos días se mencionaba que la participación sería de unos siete millones de ciudadanos.
Será la primera vez que el PRI tenga un presidente surgido de un proceso abierto, pues hasta antes del año 2000, cuando el conservador Partido Acción Nacional (PAN) --con Vicente Fox como candidato-- le arrebató el poder, el presidente de México en turno designaba a los dirigentes priístas.
Actualmente, Madrazo y Paredes intercambian acusaciones de emplear métodos ilegales, como intentos de compra de voto, coptación corporativista de sufragios y presiones políticas sobre militantes, amén de excesos en el financiamiento de las campañas.
Paredes envío numerosos mensajes, por correo electrónico o fax, para señalar que "hay quienes piensan que la elección del próximo Presidente del PRI incumbe solo al priísmo. Ese no es el caso. Por sus implicaciones para el futuro de ese importante partido político, y por sus efectos en el balance de las fuerzas políticas, el resultado será determinante para el curso económico, político y social de México".
Sin embargo, las movilizaciones de los candidatos priístas no se notan, al menos en la ciudad de México y otras urbes. Además, los aspirantes no cumplieron a la hora de debatir ante las cámaras de televisión. |