La fusión fisiológica como evento cardinal de profunda variabilidad, explicado con lujos de detalles por las ciencias biológicas, logran aclararnos el crecimiento y desarrollo del individuo con sus ventajas y limitaciones, ofreciéndonos el impresionante resultado, saludando con primaria observancia los elementos seglares que le rodean.
Fruto del abrazo dulce, afrontamos las evidencias de los estrenos nupciales contraídos, dados entre la herencia y el ambiente. Nada más estremecedor que este pacto obligado de adversas consecuencias, donde uno suele salir ganancioso sobre el otro. Luego este producto eficazmente acicalado, concebido por un óvulo y un espermatozoide, llegado al tope de los iniciales años, tiene que asistir a la escuela.
Entrará aquí la suma de una pregunta capital, ¿Por qué es necesario concurrir a la escuela con el fin de aprender? El afinamiento se proyecta rumbo al camino de la perfección, elevación del alma hacia lo infinito, amparadas de las dos matronas incuestionables, la pedagogía y la sicología, entregándonos el producto terminado en cumplimiento tácito de los fundamentos indispensables de la educación nacional, prendida la llama flamígera en consumación de los esenciales mínimos, arrojando mayor luz en la función escolástica programática establecidas, abarcando los objetivos generales y específicos, cohesionando familiarmente las actividades correlativas que llevará a feliz término la labor del educador compenetrado en su trabajo.
Los maestros y profesores no pueden ser subalternos incondicionales de lo imposible, no podemos emprender la lucha tenaz que luego puede caer abortada por los molinos de viento. Es obra del enseñador motivar los deseos de aprender, el movimiento de la inteligencia es muy parecido al de las hojas, cautelosos, como en espera de los sacudimientos inconcebibles e imprevistos. Es la irradiación del futuro la que se divisa entre las manos solícitas del que enseña los conocimientos a las generaciones, para que puedan sentarse sobre las bases del porvenir hospitalario.