De por sí un proceso electoral es tenso, lleno de acciones fuertes por enfrentamientos de candidatos y la gente espera que se cuenten los votos con honradez. No entiendo qué busca el gobierno echándole más gasolina al fuego electoral. Esta vez han sido las acciones de la Mandataria las que enturbian las aguas electoreras panameñas.
La participación de la Presidenta (que debe ser de todos los panameños) en actos del gobierno donde públicamente apoya a candidatos, ha llenado de malicia y suspicacia al panameño corriente.
Fácilmente se podrá dudar de la imparcialidad del Ejecutivo en estas elecciones, viendo a la Mandataria participar como si fuera la "quinta candidata" en acciones políticas.
Considero que mal hizo el Tribunal Electoral en señalar que un funcionario electo puede hacer política a cualquier hora del día.
Eso es darle "licencia para no trabajar" a esos funcionarios, que fueron elegidos para que cumplieran un trabajo muy serio en beneficio de la comunidad.
Esto está dañando la imagen de las elecciones limpias en Panamá. Pareciera que la Mandataria con su actitud a veces cínica y burlona (el famoso letrerito al legislador Salas parece un chiste de (Tres Patines), pierde el respeto que se merece por ocupar el principal cargo de la nación.
No sé si lo que hay detrás de todo esto es dividir al país, desprestigiar al Tribunal Electoral, o buscar una confrontación para poder anular después las elecciones.
Lo cierto es que cualquiera puede dudar lógicamente de la imparcialidad que debe tener el Ejecutivo en estos comicios.
Si pierden el poder, ¿lo entregarán después? ¿Por qué desviar la atención de la comunidad de las propuestas de los candidatos?
Con sinceridad pienso que la actitud de la Mandataria, por más legal que pueda ser, está:
Rebajando la jerarquía que siempre ha tenido el cargo de presidente de Panamá.
Le da mal ejemplo a otros funcionarios y
Crea una controversia que daña el ambiente de tranquilidad que deben tener unas elecciones democráticas.
Muy bien podría ella pedir una licencia de su cargo para politiquear a sus anchas...
Sobre el respeto, hay que señalar que éste no se hereda ni se hurta: ¡se gana sin morisquetas!