Al llegar el verano y con él los paseos a playas y balnearios, ha vuelto a ponerse en tapete el tema de la seguridad de los bañistas y visitantes a esos lugares de recreación, a donde acuden cada día más personas, haciendo casi imposible que SINAPROC, la gobernación y los municipios puedan encargarse de mantener un control y vigilancia completa, y cuidar además la vida de quienes disfrutan de una jornada de sol y esparcimiento en las aguas de nuestros mares y ríos.
Está bien poner en práctica unidades y planes de rescate y salvamentos para evitar accidentes, pero se requiere de la cooperación de la propia población para evitar la pérdida de vidas humanas, casi siempre jóvenes. Si usted ha podido observar, están aumentando los casos de personas que perecen ahogadas, bajo los efectos de bebidas alcohólicas. Esto ocurre por descuido y falta de precaución y de allí que, sea necesario tomar conciencia del peligro en que se incurre al ingerir licor sin control cuando se va a esos lugares. Se hace imperativo que el panameño corrija una serie de hábitos y conductas personales que a veces, de manera inconsciente, acaban con su propia vida.
La vigilancia sobre los niños cuando están bañándose en la playa debe ser constante, y si usted no sabe nadar, entonces no se aventure mar adentro. Igual ocurre con las olas, las cuales cambian de tamaño de manera repentina y con sus fuerzas pueden arrastrarlo hacia aguas más profundas.
En la playa, la acción de una patrulla de rescate puede ayudar, sin embargo, gran parte de la seguridad depende del propio bañista.