MENSAJE
La felicidad ajena
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
Malo, amargo y desagradable
amaneció el día para Francisco Lagos. La vida estaba mostrando
su lado malo desde hacía tiempo. Sufría de un divorcio desastroso
que casi destruye su vida. Un nuevo romance que había iniciado, había
fracasado. Sus pequeños hijos no vivían con él. Su
salud era precaria, y su trabajo mal pagado.
Feliz y dichoso era el día para María Manson. Disfrutaba
de un matrimonio afortunado. Tenía tres hijitos adorables. Gozaba
de excelente salud, y su trabajo, de vendedora de bienes raíces,
le reportaba buen dinero.
Un día, Francisco y María se encontraron. El con su amargura,
ella con su felicidad. Y él no soportó la dicha ajena. En
un momento de locura se abalanzó sobre María y la estranguló.
El drama ocurrió en Andover. Massachussetts.
¿Por qué será que a muchas personas les es difícil
soportar la dicha de otros? Son como aquel sapo que viendo una luciérnaga
se echó encima de ella y la cubrió con su vientre viscoso
y helado. "¿Y tú, porque me cubres?", preguntó
angustiada la luciérnaga. "'Qué te he hecho'" Y
el sapo asesino respondió: "¿Y tú, por qué
brillas tanto?".
En la vida hay dichas y quebrantos; hay risas y lágrimas; hay
días de sol y días de espesas nubes. Males y bienes están
distribuidos al azar. Cuando uno está bajo el peso del dolor, cuando
"sólo abrojos nuestra planta pisa", como dijo el poeta,
¿qué es lo que tenemos que hacer? ¿Protestar contra
el destino? ¿Destuir la felicidad de otros? ¿Blasfemar contra
Dios? Nada de eso.
Jesús dijo algo muy interesante: "Vuestro Padre que está
en los cielos hace salir su sol sobre malos y buenos, hace llover sobre
justos e injustos". (Mateo 5:45). No todo en esta vida es felicidad,
así como no todo en esta vida es dolor. De igual manera no toda persona
que habita este globo vive sólo en alegría. También
tiene tiempos de sufrimientos. Así es esta vida. El sol brilla sobre
buenos y malos y la lluvia cae sobre justos e injustos.
En los tiempos malos debemos reforzar nuestra fe. Esta no es sólo
una posibilidad. Miles de personas, por no decir millones, lo han hecho.
Se hace suplicando, en humilde contricción, que Cristo el Hijo de
Dios nos socorra. El mismo dijo: "Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, que yo os haré descansar". Esta, amigo,
es la respuesta a su dilema. Acéptala.


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