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MENSAJE
El rono del siglo en México
Hermano Pablo
Navidad de 1983. La ciudad de México refulgía de luces. Estaba llena de adornos, de alegría y de cantos. Los jefes y empleados del Multibanco Mercantil de México, casa matriz, celebraban también su fiesta. Había brindis, había intercambio de regalos, había augurios de felicidad. Cuatro hombres se acercaron a la puerta del banco. Todos traían paquetes de regalo. «Traemos un regalo para el gerente», manifestó uno de los hombres. Así que Juan Godínez, el guardián, los dejó pasar. Dentro de las cajas de regalos había metralletas. Los cuatro hampones robaron trescientos millones de pesos mexicanos con toda impunidad, mientras arriba seguía, alegre, la fiesta navideña. «El robo del siglo en México», anunciaron los diarios al día siguiente. Nunca antes se había robado tanto dinero de una sola vez en la capital azteca. Aprovechando el ruido de la fiesta y la ingenuidad de un pacífico guardián, los hombres se habían alzado con el cuantioso botín. En muchos países se suele hablar del «robo del siglo.» Es la primera frase de cajón que se les ocurre a los reporteros cuando les mandan escribir una nota policial sobre un robo cuantioso. «El robo del siglo» aquí; «el robo del siglo» allá; el «robo del siglo» acullá. Pero «el robo del siglo», el robo universal, el robo no del siglo sino de todos los milenios que lleva vividos la humanidad, no es de pesos, ni es de lingotes de oro, ni es de perlas o diamantes, ni es de pozos de petróleo. El robo más grande es el que el diablo hace de la verdad salvadora. Porque ese robo no sólo despoja a la gente de su salud, su felicidad, su integridad y rectitud, sino que hace que sus almas se pierdan eternamente. Y por eso es el robo más inicuo, colosal y malvado que pueda imaginarse. Desde hace milenios la Biblia ha venido proclamando el mismo mensaje: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo... Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Hechos 16:31; Juan 3:16). Pero por todos los medios el diablo procura robar de la mente de los hombres esa verdad salvadora, y poner en su lugar mentiras y engaños. No permitamos que el enemigo nos robe la bendición. Aceptemos por fe a Cristo, único Señor y Salvador, ahora mismo.
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