viernes 1 de febrero de 2008

 

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CUERPO DE DAMAS VOLUNTARIAS DEL HOSPITAL DEL NI�O
Por amor a los niños

Yalena Ortíz | EVA, Cr�tica en L�nea

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María Luisa Moreira (Foto: Miguel Cavalli / EPASA)

Este domingo el Cuerpo de Voluntarias del Hospital del Niño estará de fiesta, porque uno de sus miembros más queridos celebra sus 85 años de vida.

María Luisa Moreira tiene 25 años de dar amor a los bebés que nacen en el Hospital del Niño.

Desde muy joven, esta dama sintió un especial apego por los bebés, y tras una visita fortuita al Santo Tomás, decidió que debía ayudar en el cuidado de los infantes de esta institución de salud.

"Estoy en el voluntariado desde 1982, cuando me di cuenta la situación por la que pasaban los bebés", asegura Moreira.

Aunque cada quincena recogía dinero para comprar ropita para los pequeños, no fue hasta después de terminar su trabajo en el departamento de censura, durante la II Guerra Mundial, y después de regresar de una merecidas vacaciones, que al leer un diario local en el que se solicitaban voluntarias en el Hospital del Niño, decidió su camino.

"Cuando llegué al departamento de voluntarias, era Marta �lvarez, la presidenta, me dieron un papel y entre las preguntas estaba quién me recomendaba y yo puse -nadie, viene sola-".

Desde el momento en que llegó al hospital, sabía que quería encargarse del cuidado de los bebés, pero el trabajo no fue fácil, pues su mayor virtud le jugó una mala pasada.

El amor que sentía por los niños le hizo pasar amargas noches al recodar a los que nacían con macrocefalia (bebés con cabeza grande) o microcefalia (bebés con cabeza pequeña).

"Yo no me atrevía ni tocarlo y lloré en varias ocasiones".

Hoy esta mujer ayuda a las enfermeras auxiliares cada mañana. Al momento de bañar a los niños, limpia y cambia la ropa de cuna de los bebés, luego los viste, y en caso de que sus padres no puedan visitarlo, darle de comer y acostarlos a dormir.

Uno de los momentos más gratificantes fue cuando nació una niña con macrocefalia. Su madre, una maestra de La Chorrera se desvivía por su primera hija, hasta el momento que le dieron de alta. Dos años después una mujer se acercó a mí y me dijo -usted no se acuerda de mí, usted atendió a mi hija cuando estuvo aquí- y cuando la vi estaba mucho mejor, por el amor que le había dado su mamá".

Para esta señora, su mayor logro es haber aprendido y visto muchas cosas como voluntaria, pues ha trabajado junto a madres y padres pobres y ha podido palpar los apuros que pasan.

Es más, durante su periodo como presidenta de voluntaria, se dispuso entregar canastillas a la salida. En primera instancia se entregaban bolsas.

Este año se tiene pensado entregar unas 50 canastillas en nueve meses.

"Mi mayor aporte ha sido el tiempo, el cariño y el amor que le he dedicado a los niños", asegura.

Aunque no está casada y no tiene hijos, su vida ha sido plena, pues está llena por los miles de niños que han pasado por su vida y el cariño que les ha dado a cada uno. Este ejemplo lo ha compartido con su familia, que la apoyan en cada una de las iniciativas que toma esta luchadora en beneficios de "sus bebés".

Estudiante del Panama School, esta mujer recomienda que las futuras voluntarias deben tener, ante todo, verdadero amor por los niños. "Si no, ni piensen en venir, porque esto no es cuestión de fiesta", afirma la veterana.

Además, deben cumplir con los reglamentos del hospital y los lineamientos de la voluntarias. Para ello se le da un mes de prueba a cada voluntaria.

"Creo que el mayor obstáculo es no poder cubrir todas las necesidades que tienen los niños", aclara doña María Luisa.

Esta es la historia de una de las más de 40 mujeres que forman parte de las Damas Voluntarias del Hospital del Niño, que día a día , durante 50 años, le han brindado cuidado y cariño a los niños por amor.

 


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