Colaborador
Por las cosas ocurridas durante el año 2006, pareciera que al actual gobierno le hubiera tocado gobernar en instantes en que significativas áreas de nuestra sociedad entraron en crisis.
La saturación del Canal de Panamá, que tras el referéndum de octubre de 2006, se resolverá mediante la ampliación de la vía; el método con que se habían venido adquiriendo los medicamentos en la Caja de Seguro Social; el sistema educativo que aun es objeto de debate; el tema de la justicia, tan discutido aun; y el tema del transporte.
Lo importante, sin embargo, es que en cada caso la actual administración ha optado por atenciones estratégicas, no coyunturales, en un intento por ofertar soluciones de largo plazo, cónsonas con las demandas de progreso y desarrollo expuestas por el país.
En su contexto el tema del transporte no escapa a esa visión, y el Gobierno no debe darse el lujo de soluciones coyunturales a un tema que involucra a una población que, con aportes importantes al desarrollo nacional, lo único que pide son soluciones duraderas.
En el caso del transporte los cambios tienen que ser integrales. Ir desde el reemplazo de los llamados diablos rojos, que marcaron una época en el transporte público, por propuestas modernas, que signifiquen una atención adecuada, respetuosa, permanente y eficiente al usuario; el buen estado mecánico del servicio; una innovación en la imagen misma de la ciudad, un pasaje justo; una nueva relación laboral entre conductores y transportistas que además del salario incluyan las prestaciones sociales. Un transporte que no atente contra el medio ambiente. Pero sobre todo un transporte público cuyos empresarios entiendan que su actividad se debe al usuario y no al revés; que debe cumplir con las normas que plantea el Estado y no tratar de someter al Estado a sus intereses.
Lo importante de las crisis es que superarlas implique avanzar. Quienes impulsan el progreso a partir de las mismas, con una visión general son los estadistas; quienes tratan de aprovecharse de ellas para trepar, son los politiqueros.