Si todos comprendiéramos que mentir tiene el mismo peso pecaminoso que matar, tal vez no existieran tantos hablantines que usan su lengua para envenenar por ahí.
¿Quién ha dicho que existe la mentirita blanca? Mentir es lo mismo que robar, matar, fornicar, embriagarse y todos los demás pecados. Esto no dice la Biblia. No es un cuento chino que inventamos ahora.
El pecado de la lengua que prevalece en todo el mundo y que es la raíz de muchos de nuestros problemas actuales es el pecado de la mentira. Los Diez mandamientos condenan el falso testimonio.
La Biblia entera condena la mentira como uno de pecado grave. Pone la mentira lado a lado con el asesinato y el adulterio.
La mentira no se relega solamente al campo de la política. Existe en la esfera de los negocios y en los intercambios sociales. Es más, muchos cristianos son culpables de mentir. Algunas personas harán esfuerzos para no mentir, pero si las circunstancias se vuelven comprometedoras, muchos no vacilarán en tomar el camino de la mentira para salir de su dificultad, considerando ellos que han escogido entre el menor de los males, pero no es así.
¿Quién no ha dicho una mentira en su vida? No hay nadie que se salve, por ello debemos buscar el perdón de Dios por faltarle porque la Biblia nos avisa que el que se da al falso testimonio no dejará de ser castigado, y el que habla mentira no escapará.
Jesús dijo: "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre" (Mateo 15 : 19, 20). En otras palabras, el mentir está a la par con todos estos terribles pecados.
