EDITORIAL
"Diablos rojos", una plaga que nadie quiere combatir
Veamos si ahora que un busero irreverente se comió una luz roja, y casi le quita la vida al arzobispo de Panamá, José Dimas Cedeño, alguna autoridad le pone el cascabel al gato. Durante más de 20 años los sindicatos del transporte colectivo y selectivo han hecho lo que les ha venido en gana en este país, y ninguno de los gobiernos que se han sucedido en el poder se ha atrevido (o, más bien, nadie ha querido) sacar de las calles a una plaga que le ha quitado la vida a más de 50 panameños, solamente en la recién fenecida década de los noventa. Hasta duele repetir los lamentos de tantas familias panameñas, quienes han perdido un pariente bajo las ruedas de un bus. Todos se quejan de lo mismo: los homicidas no son castigados y, lo que es peor, vuelven a las calles como si nada a repetir sus insolencias y crímenes. En paréntesis, y no porque sea menos importante, sino como necesaria cuña y letanía, están las observaciones de todos los usuarios por las incomodidades consuetudinarias, el maltrato y pésimo servicio de los "diablos rojos". Los buseros son gente intolerable e incapaz de ver a los usuarios como clientes a quienes hay que ofrecer lo mejor de un servicio. El usuario de este tipo de transporte está cautivo de un sistema inoperante y de mala calidad que sigue con vida, únicamente por la falta de palabra de gobiernos oportunistas y demagogos. Los políticos se valen de los transportistas (incluso puede creerse que les temen) para sus fines egoístas y bajos. Mientras tanto, la ciudadanía sigue presa de este tipo de gente, que bien te quita la vida y nunca son culpados ni procesados en justicia. En un extremo están los transportistas poderosos, protegidos por sindicatos millonarios y ejecutores de prácticas nada claras; y en el otro están los usuarios, atiborrados en autobuses que son trampas de muerte, o en la calle donde son blancos inseguros de estos homicidas inescrupulosos. Tal vez ahora todo cambie, luego que un obispo de la Iglesia católica se iba convirtiendo en víctima fatal. Quizá esta vez alguien escuche los gritos de auxilio y haga algo.
PUNTO CRITICO |
|
|