REFLEXIONES
"Elián: ¿Hijo pródigo o niño problema?"

Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista internacional
El Estrecho de La Florida es hermoso, a la vez que traicionero. Desde Key West, según dicen, las puestas del Sol son impresionantes. Noventa millas separan la isla de Cuba con el territorio estadounidense. Desde 1959 hasta el presente, la instauración de un régimen socialista en La Habana provoca que millares de cubanos escapen hacia el idílico sueño de la libertad: Norteamérica. Hoy, entre el tumulto de los debates ideológicos de los cubanos de Miami y los seguidores del comunismo que dirige Fidel Castro, un niño de seis años es el centro de la polémica. Elián González, otro más de los refugiados que cruzó el peligroso trayecto marítimo que separa Cuba de Estados Unidos, se transformó en un sobreviviente de un escape por balsa mortal. Sujetado en una llanta, rodeado de tiburones y aguas saladas turbulentas, el infante sólo miraba hacia el cielo, cuando los guardacostas gringos se acercaban a él, descubriendo dos crueles verdades: el precio de llegar a Estados Unidos es el sufrimiento humano. Lo otro, su madre, junto con otros balseros, pereció en el océano. Las cosas que se dan por problemas políticos entre las naciones enemistadas, Elián González llega a ser reclamado por su padre de sangre, el cual dice que se divorció de su exesposa, ahora muerta, y que no sabía que su hijo cruzaría el estrecho floridiano. El padre de Elián, Juan González es un connotado funcionario del Partido Comunista Cubano. Con el usual procedimiento jurídico que se implantó con las leyes migratorias provisionales entre Cuba y Estados Unidos desde 1995-1996, el Servicio de Inmigración y Naturalización norteamericano (S.I.N.), declara su intención de enviar al niño Elián con su padre original, allá en La Habana. Hasta la Procuradora General, Janeth Reno, declaró legal los derechos paternales del señor González. Pero los cubanos-americanos, una fuerza política y cultural latina de enorme poder influyente dentro de las esferas partidista de Washington, presionan a los familiares del niño Elián, que se refugiaron en Miami desde hace años, para que evitasen el reenvío del jovencito. Lázaro González, el tío-abuelo del niño, logró que un tribunal civil en La Florida, reconociera los derechos paternales sobre Elián. Lo lamentable del asunto es que un niño inocente, de sólo seis años, que de seguro no tiene una conciencia propia desarrollada, que desconoce el problema político entre Cuba y Estados Unidos, es utilizado como "peón de choque" para movilizar a las masas de miles de cubanos exiliados y deseosos de desquitarse, moral e indirectamente, del señor Fidel Castro. Ese infante no tendrá una vida tranquila. Perdió a su madre, es usado como "testigo" dentro de un jurado en el Congreso estadounidense, para que él diga que quiere ser ciudadano de la Unión Americana. ¿Creen ustedes que el chiquillo tiene voluntad propia para pedir a una entidad federal de migración, solicitudes complejas o hacer tales aseveraciones?. Ante todo esto, hay algo que nadie puede discutir y que incluso las Naciones Unidas, la UNICEF, las conferencias sobre la infancia, promueven a los cuatro vientos: "El padre genético tiene derechos primarios sobre sus hijos". Días atrás, el diario "The Panamá News" desplegó un editorial firmado por el señor Eric Jackson. El mismo describía la problemática del niño cubano, como una situación vergonzosa. Decía que los periodistas, como acto de decencia común, tienen la labor de alejarse de utilizar el caso Elián González, como un tema político controversial, además de utilizar al mismo como "propaganda" (enero 22, 2000). Clara alusión a las maniobras de importantes medios informativos en La Florida, que incluso llegan a decir que "no votarán por los demócratas, si no impiden el regreso del niño a Cuba". Bueno, sabe Dios cuál será el destino final de Elián González, en lo personal, prefiero que vuelva a la isla caribeña, porque su padre está allá. Por otro lado, es evidente que en Miami se vive mejor que en La Habana. Claro, no hay bloqueos criminales contra un pueblo, que duran cuatro décadas.
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