MENSAJE
Una decisión
de última hora

Hermano Pablo
Fue una decisión
de última hora. «Nos regresamos hoy mismo»,
anunció Pedro Nocón. A todos los festejantes les
cayó mal. Se habían reunido dieciséis parientes,
de distintos lugares, para una fiesta familiar, y habían
estado muy alegres. Pero por alguna razón que ellos no
podían explicarse, Pedro Nocón, de treinta y ocho
años de edad, decidió regresarse, con su familia,
antes que terminara el evento.
Pedro, su esposa Ampee, y sus hijitas Glorianne de cinco años
y Jillanne de ocho se subieron al auto y emprendieron el viaje.
Apenas habían pasado una hora en la carretera cuando la
familia entera se vio envuelta en un masivo accidente. Chocaron
ciento cuatro vehículos y murieron veintisiete personas,
entre ellos toda la familia Nocón. Y para desgracia, fue
una tragedia innecesaria.
Pedro era un próspero contador. Ampee, su esposa, tenía
un buen empleo. Contaban con amor, compañerismo, dos hijitas
adorables, y prestigio social. Pero Pedro tomó una decisión
apresurada, y la muerte los esperó a la vuelta del camino.
Todo fue el resultado de esa brusca decisión.
¡Cuántas veces una determinación de último
hora, una decisión producto de alguna emoción agresiva,
tomada a la ligera, cambia por completo una vida! Y la gran mayoría
de las veces es para tragedia y ruina.
Veamos el ejemplo Bíblico clásico: la traición
de Judas Iscariote. No sabemos si fue una decisión de
última hora. Lo que sí podemos deducir es que no
estaba en su mente cuando, tres años antes, Judas se unió
a Jesús. Pero en esa última semana en la vida del
Maestro, Judas decidió traicionar a su Señor, y
ya sabemos cuál fue el resultado. Judas terminó
su vida colgado de un árbol por acción de su propia
mano.
He aquí algunos consejos que tratan sobre el peligro
de tomar decisiones a la ligera. El primero es: No tome decisiones
cuando está en conflicto. Espere a que el conflicto pase.
El segundo consejo es este: No cambie de caballo en medio
de la corriente. Espere por lo menos a que salga al otro lado
del río.
El tercer consejo es el siguiente: Dos cabezas son mejor que
una sola. Escoja bien a sus asesores, y huya de consejeros fracasados.
Es importantísimo que nunca tome una decisión cuando
no no esté de acuerdo su cónyuge, ya sea esposo
o esposa.
Y por último apelo a las Sagradas Escrituras: «Si
a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela
a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente
sin menospreciar a nadie» (Santiago 1:5).
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