EDITORIAL
La improvisación y el carnaval
Nuestras autoridades todavía no comprenden la importancia turística que tiene el carnaval, y casi siempre, apresuradamente, tratan de organizar el evento del Rey Momo, por lo que caen en las improvisaciones y le restan a la fiesta el esplendor que tuvo en antaño. En años anteriores, existía una Junta Permanente de Carnaval que se dedicaba a planificar con anticipación, la fiesta carnestolenda y a procurar los fondos necesarios para tal actividad. A pesar de que la sede de la reina era el Hotel El Panamá, la soberana visitaba los toldos y los jardines de bailes de la localidad. Incluso, los organizadores llegaron a visitar a las reinas del carnaval tableño en 1970, cuando lo era Ana Elena Porras, con el Instituto Panameño de Turismo. Hoy, lamentablemente, el carnaval consiste en colocar unas tarimas para las transmisiones de la televisión y los espectadores son "mirones" de todo lo que acontece en estos días, que se prolonga hasta altas horas de la madrugada. El carnaval ha perdido mucho de su esencia y, un público cautivo es el que parece disfrutar de estos "shows" que se convierten en una hipnoterapia para el presente y el televidente. "El jolgorio y el alma del carnaval se han ido de fiesta", según una expresión popular. Este será un carnaval cosmético más a menos que personas con sensibilidad tomen la iniciativa de organizar comparsas como: Los Reyes, Los Califas, Los Condes y Los Millonarios Cubanos que hicieron historia. También había carros alegóricos, cuya destreza de los diseñadores fue motivo de admiración en el pasado. El carnaval es soberanía popular y depende del júbilo espontáneo de la comunidad. En materia de carnavales cualquier tiempo pasado fue mejor, ya que antes había concursos para escoger el tema musical del momento, concurso de afiches, de disfraces y comparsas y los toldos rivalizaban por las atracciones foráneas y locales. Teniendo 19 corregimientos el distrito capital, y con más comodidades el ambiente citadino, no es posible que los pueblos del interior aventajen a la capital de la República con la alegría, colorido y la plasticidad del carnaval. El Estado debe suministrar con tiempo los fondos necesarios para que sea una verdadera inversión turística la fiesta del Rey Momo. Hemos entrado en un nuevo milenio y es menester que se vayan eliminando conceptos arcaicos típicos del subdesarrollo cultural que nos hacen mantener esquemas atrasados de organización. El carnaval está a la vuelta de la esquina y la tímida promoción que se está haciendo del mismo no nos hace sentir optimistas.
PUNTO CRITICO |
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