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El Ministerio Público del Perú afirmó que los nativos de la etnia de los aguarunas que mataron a quince colonos en la selva note de Perú lo hicieron con el apoyo de otras comunidades "con costumbres sociales menos civilizadas" que las suyas.
Una nota de prensa de dicho Ministerio precisó que el Fiscal Carlos Osores de la provincia de San Ignacio, donde se encuentra Flor de la Frontera, localidad donde se produjo la matanza, investiga los hechos desde el pasado jueves, día en el que se produjo el incidente.
Osores, según la nota, inició una investigación "de oficio" por el delito de homicidio calificado para determinar a los responsables, y según las primeras indagaciones del fiscal "los nativos habrían recibido apoyo de otras comunidades asentadas en la zona, con costumbres sociales menos civilizadas que los aguaruna".
Asimismo, diez testigos han sido interrogados por Osores, entre los que figuran familiares del presidente de la organización aguaruna d dicha provincia, Alberto Ramos.
La versión aclara que el entierro de los cadáveres se llevó a cabo tras una apreciación médica a cargo de especialistas de las localidades de Jén y San Ignacio designados por el Ministeri de Salud.
Sin emargo, se procedió al entierro sin efectuar la autopsia de ley por la falta de equipo médico, de ambientes adecuados para esa práctica, por la dificultad que había para trasladar los cuerpos al depósito de cadáveres de Jaén, alejado varios kilómetros, y por las exigencias de los familiares de las víctimas para que éstas fueran sepultadas, según la misma fuente.
Osores, se asegura en la nota de prensa, entregó los cadáveres a sus deudos sin necropsia "ante la evidente causa de muerte como era el disparo con escopetas y perdigones".
Las víctimas, entre las que figuran siete niños de edades entre no y doce años, murieron cuando nativos desalojaron por la fuerza a unas 40 familias que se negaron a cumplir un fallo judicial que les ordenó dejar unas tierras de la etnia de los aguarunas, donde habían fundado la colonia Flor de la Frontera.
La guerra de tierras en la selva peruana llegó al límite cuando una turba indígena, en dusputa con colonos, mataron a traición a decenas de peronas mientras dormían. |
