Mier. 20 de enero de 1999

 








 

 


FAMILIA
La familia debe trabajar para resolver sus problemas

Roberto L. DuPont Jr. M.D.

Tal como demuestran ampliamente los ejemplos que he incluido, no todas las familias superan los problemas de drogadiccion. Para cerrar este capítulo, me gustaría describir cómo una familia trabajó en equipo en un esfuerzo por resolver sus problemas con el alcohol y otras drogas.

Bud tenía 17 años y cursaba el último año de preparatoria cuando lo conocí. Era el segundo hijo de un funcionario de gobierno y su esposa. Su madre lo trajo a tratamiento, etiquetando el uso de mariguana como "el problema". Pero en la primera sesión también expresó su preocupación sobre la forma de beber de su esposo, a quien ella consideraba "alcohólico". El padre de Bud lo negó, pero aceptó que bebía mucho. Bud dijo que fumaba mariguana "por lo menos tres veces a la semana" y admitió que sus calificaciones habían bajado en los últimos dos años. Sus amistades se limitaban a algunos drogadictos.

Después de algunas sesiones, durante las que discutimos el problema de la dependencia en general, y en la familia de Bud en particular, él aceptó dejar su hábito. El padre no quería dejar de beber pero ofreció dejar de fumar, algo que él consideraba más peligroso para su salud, y limitar su bebida a "no más de dos copas en la noche". La madre de Bud hizo el papel "duro" en estas discusiones, presionando tanto a Bud como a su esposo. Ellos, a su vez, se alentaban mutuamente para "dejar las drogas".

Después de seis meses de tratamiento exitoso incluyendo análisis de orina que confirmaban la actitud de Bud, hablé con la mdre. Dijo que había mejorado sus calificaciones, que estaba en los equipos de fútbol y frisbee, y que por primera vez había sido aceptado en una de las dos universidades en que había hecho su solititud. Su esposo había terminado el programa y había dejado de fumar por completo. Estaba orgulloso de ello, así como su esposa e hijo. Seguía bebiendo dos o tres copas cada noche y, según dijo a su esposa, se había vuelto algo "desagradable". Ella estaba muy contenta con el cambio de su familia: "Somos igual que antes de que Bud consumiera drogas". Pero ahora que estaba menos preocupada por su hijo y esposo, se daba cuenta que había sido negligente con sus propios problemas. Cuando Bud estaba por irse a la universidad, había más presión en su matrimonio y sentía que necesitaba obtener un empleo para mantenerse ocupada y ayudar a pagar los gastos de Bud. Se sentía temerosa y un poco deprimida con este prospecto porque no había trabajado desde que sus hijos nacieron.

Pero el final no fue feliz; no como en los cuentos de hadas. Bud, según su mamá, "no estaba fuera de peligro". Estaba preocupada por lo que pasaría con él cuando fuera a la universidad. No era completamente feliz en su matrimonio y seguía sintiendo que su marido debía dejar por completo la bebida. (Yo estaba de acuerdo y se lo dije a los tres). También estaba tratando más directamente lo relacionado con su vida, aspectos que no tenían nada que ver con ella y su marido.

Esta es una historia más o menos feliz. Bud se está comportando bien; su padre dejó de fumar y redujo su bebida. En una palabra, la familia está funcionando bien nuevamente. Manejando sus problemas individuales y compartidos con efectividad razonable. Sus experiencias nos dan otra lección: sin la determinación de la madre hubiera sido casi imposible realizar estos cambios. Ella, la "no usuario", tratando de manejar el problema de su hijo, sacó a la luz el problema familiar sobre el abuso de alcohol del padre. Esto tambíen es común.

 

 

 

 



 

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