¡Qué tanto han cambiado los carnavales capitalinos! Hace más de 50 años, específicamente en 1963, había mucho esmero por hacer que el pueblo formara parte de la farsa, en cambio ahora prácticamente el pueblo sólo es un mero espectador.
En ese carro descapotable, nótese a la reconocida Blanquita Herrera empollerada saludando al público en las calles de la capital.